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Yecla
miércoles, 9 octubre, 2024
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Yeclaneidad

Los pueblos, comarcas, regiones, naciones, logran a lo largo de su historia una serie de peculiaridades que acaban como la esencia de su razón de ser, trascendiendo esas cualidades o naturaleza a su ciudadanía. D. José Martínez y Martínez del Portal, poeta y funcionario yeclano, decía que “el nacimiento era un accidente”, en base a que él había nacido en Argentina pero su espíritu lo calificaba de intrínsecamente yeclano.

La yeclaneidad se adquiere empapándose de la realidad social, artística, paisajística, familiar, costumbrista, lenguaje, tradición y gastronomía que se llega a percibir en este concreto lugar llamado Yecla, disciplina que día a día se vive en ese potencial integrador como vienen a ser sus Fiestas de la Virgen, vigentes desde hace mas de tres siglos y declaradas Bien de Interés Cultural; la exaltación colorista de San Isidro ya considerada como de Interés Turístico Nacional con una participación multitudinaria y oferta artística sin precedentes; la Semana Santa con Procesiones que ya se hacían en tiempos de Felipe II y declaradas de interés turístico; el extraordinario desarrollo industrial que ha llegado a catalogar Yecla como Ciudad del Mueble siendo así denominada en medio mundo; también en el ámbito agrario es catalogada como señera en la producción vinícola y oleica.

No menos fascinante es la idiosincrasia de sus gentes y la avezada versatilidad empresarial, así como la complejidad de centros donde realizar cualquier deporte; el interés por los conocimientos musicales acogiendo en su Escuela de Música a mas de 700 alumnos, y esos otros festejos propios de barrios o santos de devoción, todo ello hacen de esta población que sus habitantes reflejen un carácter peculiar y propio al impactar en sus gentes circunstancias singulares que van perfilando una determinada identidad en el transcurso de la existencia de cualquiera de sus vecinos.

Ha ocurrido que en trances económicos adversos, un alto porcentaje de sus habitantes se han visto obligados a emigrar a mil y un lugar del mundo, aunque nunca pudieron desprenderse aquellos yeclanos desplazados de la señera raigambre que les mantuvo ligados al terruño y deseando volver, al menos en momentos característicos como son sus fiestas y tradiciones, y sin poder liberar la mente de tantos momentos sumidos en una añoranza peculiar que constantemente se mantiene en la vida de cualquier yeclano.

En España no faltan pueblos tildados de dormitorios, que transcurren como corporaciones sin alma y exentos de tradición, cuyos habitantes siguen inmersos en la historia y memoria de sus lugares de procedencia. Así mismo los pueblos vaciados de la España interior, al no haber logrado sus habitantes transformar situaciones arcaicas imperecederas a una realidad coetánea y renovada, viéndose obligados sus vecinos jóvenes a buscar existencias más cualificadas, como también esos pueblos en territorios azotados por cualquier inclemencia o catástrofe llegan sus moradores a sentirse incapaces de afrontar, y tantos otros muchos municipios sin historia que transcurren en la vida sin pena ni gloria, acogiendo a sus pobladores como resignados esporádicos en un tiempo que no dejará en ellos mas huella que pasar por la vida sin cronología ni añoranza.

Yecla equidista mucho de estas realidades anodinas, los yeclanos ya se encargan de potenciar y ampliar los anales que sus ancestros imprimieron en este territorio tan peculiar, evocado por autores de renombre internacional ya sea en el campo de las letras, las artes, la industria, la agricultura o la creatividad artesanal. Aunque siempre se deberá mantener ese algo exclusivo y necesario para que no decaiga el empeño, la tenacidad y la porfía de conservar en lo más alto el prestigio y reputación como desde siempre ha sido considerada esta Ciudad aun carente en numerosas ocasiones de los más elementales apoyos por parte gubernamental.

Personalmente considero también que nacer en un lugar determinado no deja de ser un accidente fortuito, ya que será solamente la implicación personal en el ámbito del entorno en que se sitúa un individuo y viene a desarrollarse toda su vida, la esencia que marcará la peculiar personalidad del tal ciudadano. Así ocurre con la yeclaneidad que sus habitantes han conseguido instaurar en este territorio a lo largo de los siglos, imprimiendo a Yecla una identidad única que permite, según dice el poeta, yeclanear sus logros por las Españas y allende de la periferia terrestre.

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