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sábado, 5 octubre, 2024
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LA INMIGRACIÓN ILEGAL EN ESPAÑA

Francisco de Paula García Vélez (*)

Estos días se está viendo en el Congreso de los Diputados la posibilidad de legalizar a unos 500.000 inmigrantes irregulares que se encuentran en España, y esto me da pie para escribir sobre lo que implica la inmigración irregular para nuestro país. Yo no voy a hacer juicios de valor sobre si la inmigración es buena o mala para los países receptores de migrantes. Solo voy a exponer unos hechos objetivos, y que cada uno obtenga sus propias conclusiones, si bien he de decir que en mi opinión la inmigración es un drama humano de enormes proporciones a la que había que dedicar más empeño y medios para acabar con ella.

LA AMENAZA

Dentro de la Estrategia de Seguridad Nacional, que se elabora por el Consejo de Seguridad Nacional dependiente de Presidencia del Gobierno, se reconoce en la Estrategia de Seguridad Marítima para 2024 que la mar es un área propicia para la potenciación y materialización de buena parte de las amenazas identificadas en la Estrategia de Seguridad Nacional. Esta Estrategia de Seguridad Nacional aborda los siguientes aspectos que pueden suponer amenazas para nuestros país: las tensiones regionales y geoestratégicas, el terrorismo y la radicalización violenta, las epidemias y pandemias, las amenazas a las infraestructuras críticas o de interés para la seguridad, las emergencias y catástrofes, la inestabilidad económica, los ciberataques, el crimen organizado, la vulnerabilidad energética, la proliferación de armas de destrucción masiva, la degradación del medio natural y los flujos migratorios irregulares. Es decir, considera que la llegada de inmigrantes ilegales por mar supone un peligro para la seguridad nacional.

Hay que considerar que España es frontera exterior de la Unión Europea, por lo que se encuentra especialmente expuesta a recibir flujos migratorios irregulares, especialmente por vía marítima, lo que supone un riesgo para la vida y la integridad física de los inmigrantes, como por desgracia viene ocurriendo con demasiada frecuencia, y que son víctimas de las mafias dedicadas a estes tipo de tráfico ilegal. El propio documento señala que en el estrecho de Gibraltar es donde los continentes europeo y africano tienen su punto más próximo por vía marítima, lo que evidentemente facilita los flujos de inmigración irregular, así como otros tráficos ilícitos como son los de la droga, lo que también viene sucediendo en las Islas Canarias por su proximidad a las costas africanas.

En el documento también se analizan las actividades que pueden favorecer estas olas de inmigración irregular, considerando que pueden provenir de acciones intencionadas para potenciar la mismas, como fue el caso que se produjo en Ceuta en 2021 cuando Marruecos permitió y ayudó a que miles de personas desbordaran la frontera de Ceuta como protesta por la estancia del líder del Frente Polisario Brahim Ghali en España; o como ha ocurrido a finales de febrero de este año, que en 48 horas unos 200 inmigrantes ilegales llegaron en patera procedentes de Marruecos a la Isla de Alborán, un territorio de soberanía española custodiado por un pequeño destacamento de la Armada Española, sospechándose por parte de las autoridades españolas que este hecho puede suponer “un ensayo de invasión” de uno de los territorios que Marruecos considera como suyos, ya que nuestros radares detectaron que en el punto de partida en la costa marroquí de estas pateras había patrulleras de la marina alauita que nada hicieron por impedir la salida de estas pateras, pese a la tan aireada colaboración marroquí con España para atajar este problema. O que pueden ser acontecimientos que propician estas olas migratorias como las hambrunas, las sequías, golpes de estado en países fallidos, terrorismo o guerras, entre otros. Estas segundas causas se dan especialmente en la zona del Magreb (norte de África), y en la zona del Sahel (zona central de África o subsahariana), como sucedió en Canarias en 2006 en la llamada “crisis de los cayucos”, que propicio la llegada de miles de personas en este tipo de embarcaciones y procedentes del Sahara Occidental, Mauritania y Senegal, si bien hay que destacar que el pasado 2023 la llegada de inmigrantes irregulares a Canarias superó sobradamente las cifras de 2006.

Las estadísticas del Ministerio del Interior ponen de manifiesto que del 1 de enero al 15 de marzo de 2024 entraron ilegalmente en España por vía marítima 14.405 inmigrantes irregulares, mientras que en el mismo periodo del año anterior fueron solo 3.528 los inmigrantes irregulares que llegaron por esta misma vía. Esto supone un brutal incremento del 300% en la llegada de inmigrantes irregulares por vía marítima, si bien hay que matizar que este incremento se ha repartido de la siguiente manera: en la Península y Baleares aumentaron un 54% estas llegadas, mientras que Canarias soportó un incremento de un 469%.

En estos momentos la llegada de pateras con inmigrantes ilegales está en máximos históricos sin que se prevea que la situación mejore, más bien todo lo contrario. Según el Departamento de Seguridad Nacional es lógico esperar que la situación empeore en los próximos años, convirtiéndose así en uno de los mayores riesgos para España.

LOS PROBLEMAS

Insistiendo en que la inmigración en un drama humano, también es cierto que la misma supone problemas para los países receptores de ella. Y esto no es opinión, son hechos contrastados y vigentes en los países que han recibido de forma masiva esta inmigración irregular.

Hay que comenzar diciendo que la inmigración por sí no es mala, todo lo contrario. El migrante aporta al país de llegada mano de obra, nuevas formas de ver la vida, suele incrementar los índices de natalidad, etc… Ahora bien, para que estas circunstancias favorables se den es necesario que los flujos migratorios sean legales y regulados, tanto por los países de salida como por los países de llegada o acogimiento de los migrantes. No debemos olvidar que España durante muchas décadas, y aun ahora en la actualidad, ha sido y es un país de emigrantes, pero siempre ha sido una migración debidamente controlada. El problema surge cuando la llegada de migrantes lo es descontrolada y masiva, pues entonces son ellos quienes imponen sus dinámicas sociales. Hay que tener en cuenta que los usos sociales están marcados por la cultura y el origen de la persona, tantos los positivos como los negativos, razón por la cual cuando la migración es regular y controlada el individuo se puede ir integrando paulatinamente en el país receptor, mientras que en el caso de las migraciones ilegales y masivas, como las que estamos teniendo, tienen una enorme influencia en estos procesos y dinámicas sociales en los lugares donde los migrantes se asientan. Estamos hablando de la comida, la música, los usos y costumbres sociales, etc… En Europa, como es conocido, la migración masiva e ilegal ha revertido numerosas dinámicas sociales y culturales desde hace décadas. Los ilegales han impuesto su dinámica social sobre la de los nativos, principalmente mediante el uso de la violencia ya que para ellos es un elemento básico para sobrevivir y resolver sus conflictos sociales. Con ello anulan toda autoridad del país de residencia e imponen la suya propia, como ha ocurrido en ciudades de Suecia, en barrios de París y en otras grandes ciudades, en las que hay zonas de estas donde la ley es la de los migrantes sin que respeten la que rige en esos países. Tampoco hay que olvidar que la llegada de migrantes ilegales y de forma masiva posibilita la llegada de terroristas, delincuentes, y también posibilita la creación de bandas para fines ilícitos y guetos donde solo es posible que convivan ellos.

Dentro de las migraciones (y vaya de antemano que no hay ningún ánimo discriminatorio o racista, pues son hechos bien conocidos), no es lo mismos el control e integración de los migrantes que vienen de culturas similares a la nuestra, como los procedentes de países sudamericanos, que los que proceden de países de culturas bien distintas y de religiones también diferentes, como los procedentes de África o Asia. Es claro que sus bases culturales son muy distintas, y por tanto su integración en nuestra sociedad occidental también será distinta.

En el caso sudamericano suele ser más fácil su integración, pues su cultura y religión son similares a las nuestras. Por el contrario, en los casos africanos, por ejemplo, es mucho más difícil pues vienen de un mundo y cultura totalmente distinta a la nuestra, donde la violencia y la ley del más fuerte es su base cultural. Por ello se necesitan más esfuerzo y más acciones para poder integrarlos, extremo que sería más factible si vienen poco a poco y de forma controlada, pero que se vuelve imposible si su llegada es masiva e irregular. Un problema añadido a estas llegadas masivas e irregulares viene dado por el hecho de que los puntos de llegada son siempre los mismos, lo que necesariamente motiva que por parte de las autoridades sea necesario trasladarlos a otros lugares del territorio pero todo ello sin haber podido conocer sus antecedentes, sus intenciones, su pertenencia o no a grupos terroristas. Es decir, se distribuyen por todo el territorio sin ningún tipo de control previo ni posterior.

Hasta ahora el problema de la llegada masiva e irregular de migrantes lo sufrían y soportaban básicamente los países ribereños del mediterráneo (España, Italia, Grecia), si bien en estos días el Parlamente Europeo ha aprobado una reforma del “Pacto de Migración y Asilo”, con el fin de reforzar los controles fronterizos y establecer un sistema de solidaridad entre todos los miembros de la Unión Europea. Dentro de este Pacto se establece que se penalizará con 20.000 euros por inmigrante al país que se niegue a acoger a inmigrantes que lleguen a otros países que ya estén saturados. Este nuevo Pacto viene a sustituir al llamado “Pacto de Berlín” que era la base legal que venía funcionando hasta ahora y que hacía recaer en el país de entrada la responsabilidad de gestionar la suerte de todos los inmigrantes ilegales, fuesen o no demandantes de asilo. Para España este nuevo Pacto supondrá un alivio a la presión migratoria, pues somos uno de los países que mayor presión sufre, además de revertir una situación que era claramente injusta para los países ribereños del mediterráneo.

(*) Francisco de Paula García Vélez es Comisario Honorario del Cuerpo Nacional de Policía.

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