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viernes, 29 marzo, 2024
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Si el vino viene, viene la vida

Como se enteren en Europa que vivir es la actividad humana que más mata nos pondrán también una etiqueta la frente o en el culo

Vaya por delante el conocido dicho, que dicho sea de paso solemos aplicarnos a diario en este gremio, de aprendiz de todo y maestro de nada. Como en este caso en el que me pongo y dispongo a hablar del último atentado perpetrado contra el vino, dejando muy claro de antemano que yo de vinos entiendo lo justo y menos. El complejo de cateto en vinos me lo quitó un amigo bodeguero que un día me dijo que “el mejor vino será siempre el vino que más me guste”.

Mi amigo bodeguero me capuzó tal afirmación tras yo confesarle que a mí me gusta mucho el morapio pero que en muchas ocasiones no sé ni mú sobre el vino que estoy bebiendo, solo que estoy deseando que me escancien cuanto antes la siguiente copa. ¡Menuda preocupación me quitó de encima! Desde entonces pido el vino como a mí me gusta, joven y un poco más frío de la cuenta, aunque siempre haya al lado algún sabiondo que sabe hasta cómo se llama la nuera del vendimiador que echó al tractor las uvas de la cepa de donde ha salido el vino que estoy a punto de echarme al cuerpo. (En fin, ya sabemos que de todo hay en la viña del señor, y nunca mejor dicho lo de viña y lo de señor, porque ¡ay, señor, qué paciencia hay que tener de vez en cuando para, también dicho sea con especial intencionalidad debido al tema que nos ocupa, no mandar a vendimiar al Congo a más de uno). Pero vayamos al quid de la cuestión: ¿A qué mente necia se le habrá ocurrido proponer que en las botellas de vino figure una etiqueta como las del tabaco, del tipo “Beber mata”, “Beber perjudica la salud” o “Beber puede producir impotencia”. (Ojalá el vino o el tabaco hubieran hecho el mismo efecto en mi juventud pues nos habríamos ahorrado muchísima gasolina en viajes a Villena a comprar preservativos ya que en Yecla nos daba mucha vergüenza que nos reconocieran y se chivaran a nuestros padres).

Copio y pego: “El Parlamento Europeo estudia incluir en el etiquetado de las botellas de vino un aviso advirtiendo del consumo de esta bebida alcohólica”. Para mí que se han quedado cortos. También deberían haber propuesto poner la misma etiqueta a todo lo que mata si te pasas de la raya. Mata la soledad, la tristeza y el hastío. Mata en exceso el azúcar, la sal, el vinagre, los gases del tubo de escape y la contaminación, la desmedida entrega marital, mis ronquidos y efluvios del flato que un día van a mandar al otro barrio a aquí mi señora, la grasa, los embutidos y hasta el pescado: “Tragarte una raspa te puede provocar una hemorragia mortal en la garganta salvo que sea por San Blas y te puedas comer un trozo de pan bendito mientras rezas un padre nuestro, o sin son pequeñicos dos, para asegurar tu pronta sanación”. Increíble, pero tan cierto como todas las estupideces que a diario nos sueltan los que nunca tienen otra cosa mejor que hacer que dar por saco. Vivir es una de las actividades humanas que más matan. Y como se enteren los europeos nos pondrán una de esas etiquetas en la frente o en el culo para poder salir a la calle. Y si no al tiempo.

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