A los maestros toneleros y ‘aperaores’ nunca se les pasó por la cabeza que sus ancestrales oficios serían el embrión que daría a luz a las primeras fábricas de muebles con las que el nombre de Yecla comenzó a dar que hablar. De aquellos artesanos surgió la actual industria mueblística de Yecla. Tampoco los maestros tallistas se imaginaron hasta dónde llegaría la floreciente economía artesanal que ellos empezaron a moldear con sus manos y que acabó siendo un referente impulsado por aquellas primeras fábricas que fijaron los cimientos que vienen sosteniendo a la sociedad yeclana desde el siglo pasado.
¿Y quién se iba a imaginar en aquellos años de bonanza que el mueble tapizado pasaría a convertirse en la principal actividad industrial que ha llevado la marca Yecla a medio mundo y a la otra mitad? ¿O que, con el paso de los años, la actividad empresarial destacaría un día por la fabricación de colchones ‘made in Yecla’? ¿O que el contract sería el combustible que permitiría a Yecla seguir en primera línea? La respuesta, con la perspectiva y objetividad que otorga el paso del tiempo, es más que evidente: la historia y evolución del mueble de Yecla es también la historia y evolución de Yecla y los yeclanos. No podemos hablar de la vida socioeconómica de Yecla sin ligarla a las etapas que ha venido atravesando nuestra principal actividad económica. La historia del mueble de Yecla es la historia misma de Yecla. Más aún, la historia personal o familiar de cada uno de nosotros ha ido siempre de la mano de cada uno de los momentos que ha atravesado la industria del mueble.
Empresas que surgieron de la nada y cuyo rumbo dependió siempre de las circunstancias de cada período de bonanza o decaimiento de la economía y los mercados: las tan temidas crisis a las que ha sobrevivido siempre nuestra ciudad y que han dado paso a nuevas generaciones de empresarios o emprendedores, llámelos usted como quiera. Los ciclos de la vida son el fiel reflejo de los ciclos que atraviesan las fábricas. Cada nueva empresa ha gestado en su vientre a multitud de trabajadores que se han ido profesionalizando y que cuando las tornas han cambiado, y no les ha quedado más remedio que buscarse la vida, han tenido el aprendizaje y la preparación suficientes como para seguir adelante montando sus propias empresas. Y de esas otras empresas han nacido otras y otras empresas.
El mueble de Yecla, ni se crea ni se destruye, sencillamente, como la vida misma, como la misma materia, solo se transforma para no estancarse nunca. De cada generación de empresarios que pierde el equilibrio tras años de firme asentamiento surgen más y más empresas con un futuro ilusionante y prometedor. De cada familia del mueble que pasa de vivir con holgura a vivir con estrecheces surgen otras familias que poco a poco van alcanzando la cima. La historia de los altibajos de los yeclanos es inseparable de la historia del mueble de Yecla. Desde los toneleros y “aperaores’ de antes hasta los profesionales del contract de hoy.