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sábado, 12 octubre, 2024
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EN EL ESCENARIO DE LA VIDA

Con motivo del otorgamiento al tenor yeclano Julián Molina Mir del “PREMIO FANDANGO 2024” que concede GRUPO DE COROS Y DANZAS FRANCISCO SALZILLO DE YECLA,  SIETE DÍAS YECLA rescata el presente artículo publicado el jueves 17 de junio de 2004, bajo la cabecera de El Faro de Yecla en 2004, cuando este periódico le entregó el Premio al Mejor Embajador de Yecla en el Mundo de aquel año.

Quintanilla – Lola Jiménez (Redacción El Faro de Yecla)

El día que el barítono Marcos Redondo escuchó cantar al pequeño Julián comentó sorprendido y sin pensarlo dos veces: “Si este niño fuera hijo mío empezaría a estudiar canto ahora mismo”. Julián había viajado a Barcelona de la mano de su tía Mercedes, que conocía al famoso barítono porque casualmente vivían en el mismo edificio. A partir de aquel día los padres de Julián intuyeron que su hijo dejaría la zapatería familiar para ganarse la vida con la portentosa voz con la que había venido al mundo. Una voz que mezclada con la sensibilidad de artista que le transmitió su madre,  Pilar Mir, forjaron desde la infancia la personalidad apasionada y romántica del futuro tenor yeclano. Porque la madre de Julián también había heredado de la naturaleza el don de cantar y, de haber sido aquellos otros tiempos, Pilar Mir se hubiera convertido en una reconocida soprano.

Por suerte para el pequeño Julián ocurrió otro acontecimiento que determinó para siempre su vida. Julián cantaba asiduamente en los conciertos y sesiones musicales que a mitad de la década de los cincuenta se organizaban en la Sociedad Recreativa de Cazadores, uno de los lugares más frecuentados por el notario de Madrid Eliseo García del Moral Bujalance, cuando en los veranos venía a Yecla a pasar largas temporadas. Un día, después de una de aquellas actuaciones, García del Moral sorprendió a los padres de Julián brindándose a acompañarles a que conocieran en persona a un íntimo amigo del notario. Se trataba, nada menos, que del maestro Joaquín Rodrigo. A raíz de aquel encuentro, Julián Molina Mir ingresó con 17 años en el Real Conservatorio de la capital de España donde empezó a estudiar música y canto con la reconocida profesora Ángeles Ottein.

Atrás quedaban los años en que Julián, que había nacido en Yecla el 29 de mayo de 1940, se ‘escapaba’ cada tres por dos de la zapatería de su padre, donde trabajaba a regañadientes desde niño, para cantar como solista en el Coro de la Purísima, o para ensayar algunas de las zarzuelas que en aquellos años montaban grupos de aficionados a la canción y al teatro.

UNA VIDA SOBRE EL ESCENARIO

 Julián Molina Mir cursó sus estudios musicales y de técnica de canto obteniendo el Premio Fin de Carrera de Real Conservatorio de Madrid en 1964. Durante su etapa de estudiante tuvo ocasión de figurar como solista de los Coros Cantores de Madrid.

Su primeros pasos sobre un escenario los daría con dos compañías de zarzuela con las que recorrió casi toda España. En aquella época compaginaba sus actuaciones con el doblaje cinematográfico, poniendo a los actores su voz cantada en varias películas musicales. Esas relaciones profesionales le llevaron a participar en los primeros montajes que Televisión Española realizó de zarzuelas en sus platós. Por aquel entonces debutó en el Teatro Eslava de Madrid con “Rigoletto”, de Verdi. Paralelamente fue contratado para interpretar segundos personajes en óperas junto a Alfredo Kraus en los Festivales de España.

LANZAMIENTO INTERNACIONAL

 Aquellas representaciones las le abrieron la puerta a Julián Molina para viajar por vez primera a Roma, donde tuvo lugar su lanzamiento internacional poniendo en escena el “Barbero de Sevilla”, de Rossini, y “Don Pasquale”, de Donizetti. Entre 1966 a 1968  fijó su residencia en Palermo, donde fue contratado para actuar en el teatro Mássimo, uno de los principales escenarios de la ópera del mundo.

La imparable carrera del tenor no había hecho más que empezar. Cuando sus compromisos artísticos fueron creciendo, coincidiendo con la obtención del primer premio del concurso de tenores “Regio Emilia”, Julián se trasladó a vivir a Milán en 1969, desde donde se desplazaba para actuar en los teatros más importantes de Nápoles, Parma, Mantua, Venecia, Verona…

Pero la trayectoria profesional de Julián Molina Mir no se centró en aquellos años únicamente en Italia. Viajó a Alemania para cantar bajo la dirección de Frühbeck de Burgos. En Londres compartió el escenario del Albert Hall con Victoria de los Ángeles e intervino en el Festival Bach de la capital inglesa. En París cantó guiado de la batuta de Igor Markevitch. También sonó su gran voz de tenor interpretando una de las óperas ‘más difíciles’ de Rossini, “La italiana en Argel”, en el famoso festival europeo de Aix, en Provence. En la catedral de Praga deslumbró al público cantando la “Misa en si menor”, de J.S. Bach. Y tuvo ocasión de interpretar el “Requiem”, de Verdi, en escenarios tan dispares como Bratislava, Lucerna, o en las catedrales de Toledo y Lugo y en el Teatro Campoamor de Oviedo, junto al Orfeón Donostiarra. En la sede de Naciones Unidas cantó junto a Monserrat Caballé y José Carreras.

ORQUESTAS Y GRABACIONES

 Con las Orquestas de Radio Nacional de España y Televisión Española actuó de la mano de los más reputados directores de orquesta a nivel internacional: Frühbek de Burgos, Jesús López Cobos, Mario Rossi o Aldo Ceccato, con los que puso en pie los auditorios de los festivales internacionales de Santander y Granada. Dirigido por Jesús López Cobos actuó con la Orquesta y Coro Nacional de España en “La vida breve”, de Falla. Su gran talento fue reconocido para estrenar obras de Oscar Esplá, Ernesto Halffter o Tomás Marco.

En medio de todo ese ir venir por medio mundo, Julián también encontró tiempo para concentrarse en las grabaciones discográficas.  Con el sello Columbia firmó una exclusiva para varios años en los que grabó, junto a teresa Berganza, “Luisa Fernanda”, de Moreno Torroba, “Pepita Jiménez”, de Albéniz, “Los Gavilanes”, del maestro Guerrero, acompañado de nuevo del Orfeón Donostiarra, y un innumerable índice de clásicos como “La taberna del puerto”, “Don Manolito”, “La del manojo de rosas”, “La Francisquita”…

DIRECTOR DE ESCENA Y PROFESOR

 Pero la genialidad artística de Julián Molina Mir le hizo convertirse también en director de escena, estrenando grandes y exitosas producciones por toda España en las que también realizó el diseño de los decorados. “La Dolores”, de Bretón, “Luisa Fernanda”, de Moreno Torroba, “La calesera”, de Alonso, o “La rosa del azafrán”, de Guerrero, fueron algunos de las obras dirigidas por Julián.

En 1969, cuando vivía en París, Lola Rodríguez de Aragón le propuso pertenecer al grupo de profesores de la Escuela Superior de Canto de Madrid, uno de los centros más prestigiosos de Europa, y en donde desde hace 33 años, Julián Molina Mir, en calidad de catedrático numerario, sigue entregado a su gran vocación como vicedirector.

En la Escuela Superior de Canto tuvo de alumna a la soprano Silvia Leivinson, que había llegado a España becada por el Teatro Colón de Buenos Aires. Se casó con ella en 1973 y tuvieron dos hijos, Sonia y Guillermo.

Pocas veces una vida, como la de Julián Molina Mir, ha dado tanto de sí. Una trayectoria humana y profesional que, a sus 64 años, todavía continúa repleta de proyectos.

BIBLIOGRAFÍA SOBRE JULIÁN MOLINA

 La trayectoria del gran tenor nacido en Yecla ha sido detallada en algunas de las grandes ediciones bibliográfica que se han editado sobre el mundo de la escena, la música y el canto. Como referencia, cabe destacar los libros “La música española en el siglo XX” y “Cien años de teatro musical en España”, ambos escritos por Antonio Fernández Cid; “Músicos españoles de todos los tiempos”, de Joaquín Martín Sagarmínaga; o el “Diccionario de la zarzuela en España e Hispanoamérica”, editado recientemente por la Sociedad General de Autores.

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