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OPINIÓN- Por Rosario Muñoz- «Encuentros en la tercera fase»

Querido “coronita”, ¿cómo te encuentras? Yo te confieso que me estoy empezando a cabrear un poco con este “arresto domiciliario» al que nos han sometido por tu culpa ¿o por la de otros?.

Cuando empecé con la propuesta de esta columna, me prometí que no hablaría de política pero me están empezando a salir granos. Estos últimos días he leído un artículo sobre Austwichtz, y me ha recordado tanto, tanto, tanto, una triste realidad a la que parece que también nos hemos inmunizado.

Hablo de esas residencias repletas de ancianos desubicados o enfermos debilitados, donde no se contabilizan las muertes. No se han podido despedir de los familiares que un día los dejaron allí, unos por egoísmo, otros por necesidad, otros, los menos, se aislaron por elección propia. Los han acumulado en morgues construidas para el evento del año sin contemplaciones. “La muerte de los deportados a Auschwitz es «impropia» porque las víctimas han sido privadas de su humanidad”, decía el artículo que leí.

Empieza la desescalada. Esto suena a Everest y me sirve el ejemplo. Llevamos más de cuarenta días escalando la montaña más mortal del mundo, hemos participado todas las nacionalidades, y el tramo más mortal lo hemos vencido los españoles.

Como el chiste, los cabecillas de la expedición española, creyeron que era un concurso en el que gana el que más muertos tiene. Repartieron material falso y defectuoso para tener más pérdidas. Los ancianos que participaban no tuvieron derecho a material, para así ir ganando ventaja a los demás participantes. Vamos a la cabeza queridos compatriotas, y qué orgullosos están los primeros de la expedición con los bolsillos llenos, los sueldos vitalicios y las vacaciones pagadas.

Sonríen en las entrevistas, o fingen afectación por solidadidad con los demás, pues ellos están convencidos de estar ganando. Pero acaban de descubrir que vencen los más “fuertes”, no los que más “muertes” tienen. Se equivocaron de letra, vaya por dios.

Algunos de los participantes de la escalada, que son muy avispados, han ido haciendo averiguaciones sobre otros países, investigaciones científicas, de redes sociales, de calidad de vida… y descubrieron muchas cosillas, entre otras que los cabecillas habían intervenido las redes sociales, habían comprado material falso o defectuoso a sus amigos, otros habían desechado la ayuda de los militares que querían ayudar a los ancianos o más desfavorecidos, con la empuñadura del poder absoluto sobre los más débiles.

Han ofrecido sus servicios para poder mejorar pero no hay nada que hacer contra los absolutistas, y ahora en las ruedas de prensa presumen de agarrarse a estrategias especiales, distintas al resto de países.

Se hacen los interesantes y dan paso a la desescalada, ahora que hemos alcanzado el pico y la curva se ha suavizado. Y, si no lo hemos alcanzado, da igual, falsean los datos y ya está, no hay problema alguno. Lo único que importa es el poder, es estar arriba al más puro estilo stalinista o chavista, los mismos perros con distintos collares.

Los pobres cabecillas empiezan a salir con muy mala cara en las ruedas de prensa (salvo el camarada Simón que se divierte mucho nadie sabe por qué… ah sí, se cree inmune), pues al ver que se están descubriendo sus errores, temen a que los poderosos, es decir, los jefazos de la expedición (Europa), les hagan una intervención y les quiten sus puestos y su poder. De modo que la nueva estrategia es jugársela a mostrar una seguridad ímproba en el Plan de Desescalada.

Y así nos lanzamos, “que la suerte te acompañe” camarada lector. Eso sí, si hay un repunte será por falta de responsabilidad de los padres de familia con niños pequeños encerrados en casa más de un mes, que podían sacar al perro pero no a sus hijos.

 

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