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¡Mujer, esa gran desconocida!

Por María Lorente Mas

“-­ ¿Estudios?; – Sí, superiores, ingeniera industrial; – ¿Profesión?; – A ver…,limpiadora, cocinera, planchadora, costurera, niñera, enfermera, taxista, criadora de perros y animales regalados, secretaria, maestra, economista, administradora, organizadora, consejera, psicóloga, adivina (reconozco que este trabajo es uno de los más solicitados), contorsionista, malabarista, geisha y amante. – ¿Y por qué está en paro? – Pues bien, mi jefe anterior me dijo que después de tantos años luchando por los derechos, igualdades y participación en mi empresa, me iba a despedir igual que a mis compañeros masculinos.”

Desde la primera convocatoria, en 1911, por la reivindicación de la igualdad de la mujer en un mundo de hombres, se conmemora el Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional (ONU, 8 de marzo 1977); exigiendo el derecho al voto, el derecho al trabajo, el derecho a ocupar cargos públicos, el derecho a la formación profesional y a la no discriminación laboral hacia y para la mujer. Aunque esta interminable lucha viene desde mucho tiempo atrás, muchos eones atrás, aún hoy en día parece que continuará por los siglos de los siglos. Para las mujeres, todo lo que se intenta hacer o conseguir parece mucho más complicado, algunos y algunas todavía se creen que son las cartas que nos han tocado jugar; y lo cierto es que en esta ocasión, la tradición no ha seguido a la par con la evolución, y eso resulta bastante triste.

Y si no fíjense, por ejemplo, para adjetivar o caracterizar a las personas, tanto en masculino o en femenino, con símiles del reino animal; existen diferencias bastante claras y significados demasiado contrapuestos. No es lo mismo decir que ‘ese hombre es un zorro» (que es muy avispado), que definir a alguien como una zorra. O referirnos a un hombre como que es un gallo o gallito (prepotente y echao pa»lante), que ‘esa mujer sea más “…” que una gallina». Incluso estar como un toro o como una vaca, o ser un perro o una perra, tienen sus grandes disparidades a la hora de catalogar a un hombre o a una mujer.

Otro símbolo significativo de contraste son los juguetes, esos objetos inofensivos con los que los niños y niñas pasan las divinas horas entretenidos. Existen por ejemplo las muñecas articuladas, como las Barbies, símbolo del feminismo absoluto desde los 50, cuyas aspiraciones laborales para el divertimiento de las niñas y según el envoltorio de cartón, no van más allá de llegar a ser modelos, patinadoras, gimnastas o niñeras; eso sí, siempre impecables, a la última moda y con el rimel bien puesto; mientras se mueren por los plásticos de sus macho-Kens, que vienen equipados con coche descapotable, mansión y dinero a raudales todo de serie.

En el campo de los videojuegos, Lara Croft seguirá siendo ‘la heroína humana más exitosa en la historia de los videojuegos, según ‘El libro Guinness de los Récords» desde el 96, tras sus antecesoras Wonder Woman, Super Girl o Xena; y continuará repartiendo leches a diestro y siniestro, habiendo dejado a un lado esos monos de látex que no daban opción a la imaginación y se decantará más por luchar con un mini-short y una camiseta de tirantes, haciendo alucinar a más de uno y dejando entrever sus estupendos atributos de combate.

Ya en lo referente a la variedad de disfraces de carnaval, lo más banal del mundo, los más demandados, sobre todo en los varones son los de bruja, buscona, pirata, demonia, o monja sexy; lo que nos lleva a reflexionar a qué pensarán los fabricantes de disfraces para catalogar a las féminas, ya que por lo que se ve, pasamos de golfas a santas en un cambio de hato.

Y en cuestión de colores, que para gustos hay infinidad de tonalidades, siempre ha existido la tradición de que antes de nacer, nuestros padres elijan la ropita azul si es un niño o rosa si es una niña. Así pues, antes de entrar en la sociedad que nos toca vivir, ya vamos diferenciados, marcados, catalogados y encauzados dependiendo del sexo que tengamos.

Así pues, aunque las diferencias entre hombres y mujeres sean físicamente bastante claras, las capacidades de desarrollarse íntegramente en una sociedad y vivir en ella son y deberían ser iguales para ambos. Nadie tiene el derecho de impedir a otro individuo evolucionar como persona, así que por favor, seamos humanos, racionales y de corazón. Nadie es peor ni mejor que otro. Si detrás de un gran hombre, hay una gran mujer ¿Por qué no se da la vuelta y hablan?

Y para mis amigos, mis hombres, mis machotes, mis niños: sí, esto es un escrito feminista porque soy mujer y es nuestro día, si os molesta escribid una queja o llamad a la ONU, vosotros tenéis los 364 días restantes para elegir y celebrar que sois trabajadores. A las mujeres nos gusta arreglarnos y vestirnos para vernos guapas y monísimas y para que nos veáis de igual manera, los cumplidos nunca están de más. Nos compramos mucha ropa y zapatos para levantarnos la moral cuando estamos tristes, vosotros tenéis el fútbol. Aguantamos el dolor más por naturaleza, Dios nos hizo así. Pensamos de manera racional o emocional según nos dé la gana. No se nos caen los anillos por meter la mano en el inodoro y limpiarlo, y mucho menos por llevar la casa, los niños y el trabajo y mil y una cosas más a la vez. Nuestros cambios de humor son tan variables porque nuestras hormonas son como una montaña rusa, si os pasase a vosotros vuestra raza estaría probablemente extinguida. Cuando decimos “No” significa “Sí”; un “Tal vez” o “Quizás”, es un “Sí”; pero si decimos “¡Que te he dicho que no!” o “Haz lo que quieras” eso es “No y punto”. Nos encanta hablar y cotillear, es nuestro único hobby, si os metéis por en medio de una conversación acabaréis mal parados, vosotros tenéis el padel y no os decimos nada al respecto. Vamos al baño con una amiga no para hablar de vosotros, sino para que nos tenga la puerta porque normalmente todas tienen el pestillo roto. Todo lo que brilla nos cautiva y nos nubla la razón. Si nos contáis algo somos unas tumbas, menos con nuestra madre, nuestra mejor amiga y nuestras compañeras de trabajo. Tenemos memoria fotográfica, vista de lince y olfato para las falsificaciones y las metidas de pata; la existencia de un sexto sentido no es una coña. ‘5 minutos» significan ‘media hora»; un “Está bien”, “No me pasa nada” o un leve suspiro, es igual a cabreo, no preguntéis; “Ya lo hago yo” es otro cabreo; “¡Muchas gracias!” es otro cabreo; “¿Quién es esa?” es un gran cabreo, omitid la respuesta; las comparaciones con otras son un gran cabreo con consecuencias posteriores y un “Como quieras” es una gran hecatombe.

Como podéis comprobar somos supersencillas de comprender, tratar y sobretodo de amar. Feliz Día Señoras.

(Lectura de este artículo el jueves 7 de marzo, a partir de las 21h en la cafetería ‘Bulebar», c/Zaplana nº2, en la fiesta de celebración y homenaje por el Día Internacional de la Mujer)

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