Cristina Martínez Martín
Se habla, se discute, se critica, se dice, se murmura, se amenaza, se grita de impotencia, se manifiesta, se protesta, se condena… Palabras, palabras y más palabras… Palabras que se lleva el viento, mientras España arde… Acciones, pocas o ninguna…
Cada año se nos quema un trozo de España. Y digo se nos quema, porque España es de todos y cada uno de sus ciudadanos y ciudadanas. Y lo que se quema es pura vida. Mueren las plantas, los árboles, los animales y también en casi todos los incendios mueren personas… Muchas veces bomberos, jóvenes, con mujer e hijos, padres, hermanos y amigos…
Sin naturaleza la vida en nuestro planeta se extinguiría. En España, con un país medio desierto, cuidar la naturaleza no es una excentricidad sino una necesidad perentoria y debería ser una asignatura impartida en los colegios.
Todos somos culpables de esa demente destrucción. Todos somos culpables por inconsciencia, por falta de responsabilidad y por mirar para otro lado…
Podemos exigir a nuestros gobiernos medidas contundentes para acabar con esta locura, pero nos motiva más un partido de futbol que un incendio.
Está claro ya para todo el que tiene algo de consciencia que el cambio climático no es un bulo. Está aquí ya, y haciendo de las suyas. En Sevilla se alcanzaron los 52 grados ayer. De seguir aumentando esa temperatura, pronto la vida será imposible… Y los árboles son lo único que de verdad nos protege frente al cambio climático.
Lo peor, esas personas que por un poco de dinero son capaces de matar a su madre y matan a la madre tierra.
Quien causa un incendio es un terrorista y hay que tratarle como tal. Ya está bien de justicia blanda para un crimen tan tremendo…
Solo con penas muy severas, tanto, tanto que den miedo, se puede cortar de cuajo semejante atrocidad…
Estoy harta de ser políticamente correcta…
