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OPINIÓN- Mercedes Forte- «Funcionarios en tiempos de pandemia»

Me he encontrado estos días por redes sociales a algunos ciudadanos pidiendo ERTES o bajada de salarios para los funcionarios, ya que, según los peticionarios, la mayoría de ellos están en casa mano sobre mano. A todos, salvo a los sanitarios. Quiero pensar que quienes demandan esas medidas lo hacen desde el desconocimiento del funcionamiento de la administración y de la labor que realizan esos empleados.

Desconocen, supongo, que esos médicos y médicas, enfermeros y enfermeras a los que aplauden a las ocho de la tarde tienen que cobrar a fin de mes y que para eso hace falta personal que elabore sus nóminas y haga sus contratos. Desconocen que también son funcionarios los que hacen todos los trámites necesarios para que puedan tener el material necesario (muy importante y escaso en estos críticos días) para llevar a cabo su labor.

También es indudable que ignoran que si los hospitales están limpios es, además de por el inestimable trabajo de las limpiadoras (que por desgracia no son funcionarias), por los administrativos que se encargan de gestionar el pago a las empresas concesionarias de los servicios de limpieza, de la renovación o ampliación de sus contratos, y de la compra de todo el material necesario.

También son funcionarios los que gestionan los servicios de catering de los hospitales, ese servicio que posibilita que los enfermos coman… Pero es que también son funcionarios los policías que estos días patrullan nuestras ciudades haciendo lo posible porque la gente se quede en casa, y el personal de oficina que tramita las denuncias que aquéllos ponen.

Y los bomberos que, como siempre, ahí están para lo que haga falta. Y los que, todavía en muchas ciudades y en las que no podrían serlo, siguen limpiando y recogiendo nuestros desperdicios, los que siguen ocupándose de nuestros jardines, y el personal de los cementerios que, desgraciadamente, hoy tienen demasiado trabajo. Y los que les siguen llevando el correo o ese paquete que hace tiempo que esperan a casa.

Tampoco deben saber que el alumbrado público necesita mantenimiento, al igual que los servicios que nos abastecen de agua y evitan que chapoteemos entre detritos. Y también hay que seguir manteniendo las instalaciones que son de todos, como colegios, mercados, escuelas infantiles, polideportivos, piscinas, pistas polideportivas…; que, aunque ahora estén penosamente vacías, algún día, esperemos que más pronto que tarde, volverán a estar llenas de vida. No son conscientes de que detrás de cada ERTE y detrás de cada parado hay personas tramitando cada una de las bajas, altas, ayudas, prestaciones, subsidios, subvenciones… y que esos funcionarios habrán visto incrementar su trabajo casi tan exponencialmente como durante días vimos crecer los casos de coronavirus.

No tienen conocimiento, al parecer, de que para que los nuevos viudos, sobre todo viudas, puedan cobrar la pensión que por derecho les corresponde después de tan triste pérdida, es necesario que alguien haga la inscripción en el Registro Civil y la comunique a la Seguridad Social para que ésta dé de baja al fallecido y se pueda tramitar la pensión que corresponda. Y que es necesario seguir anotando en el mismo registro a los niños que afortunadamente siguen naciendo. Y que, además, tanto a los fallecidos como a los nacidos hay que seguir inscribiéndolos en los padrones municipales, para que así sepamos cuantos somos y dónde vivimos.

También desconocen que el dinero que el estado, las comunidades autónomas y los ayuntamientos tienen para cubrir las necesidades básicas de la población más desfavorecida, que por desgracia en esta época que nos ha tocado sufrir ha aumentado demasiado y es previsible que aumente más, es gracias al trabajo de las incansables y pacientes trabajadoras sociales, que puede llegar a sus destinatarios.Pero tampoco parecen conocer que todos los niveles de la administración tienen que seguir gestionando los impuestos con los que se pagan todos los servicios antes nombrados y mucho más, incluidos los, ahora (por fin) tan valorados, servicios sanitarios.

Ignoran, por supuesto, que todos los decretos, órdenes ministeriales, modificaciones de leyes, acuerdos municipales y hasta el más humilde bando, no es solo obra del que lo firma y de los que lo votan, sino que es fruto del trabajo concienzudo de equipos jurídicos, de abogados del estado, de secretarios y de técnicos varios, que son los que dan forma jurídica y garantía de legalidad, poniendo negro sobre blanco, a las ideas que les hacen llegar los firmantes.

Y no han caído en la cuenta de que además esas normas necesitan una plasmación material de la que se ocupan los peones de la administración: administrativos y auxiliares. Sin duda estas personas nunca han tenido que llamar a ninguna oficina de la administración, porque parecen no saber que cuando se hace siempre hay al otro lado del teléfono alguien que atiende esa llamada.

Y qué decir del desconocimiento supino que tienen de los servicios de intervención y tesorería públicos; esos servicios que ahora mismo estarán haciendo encaje de bolillos para cuadrar cuentas con los hilos que tienen en su costurero; a saber, transferencias de créditos, operaciones de tesorería, créditos extraordinarios… Y de todos aquéllos empleados que aún hoy tienen que seguir haciendo los cambios de titularidad de nuestros bienes y tramitando las licencias de obras que, aunque menos, puedan seguir llegando; los que gestionan las facturas para que los proveedores, hoy más que nunca, puedan cobrar pronto; los que tramitan los expedientes de contratación de servicios, suministros y obras que sean necesarios.

Pero también ignoran que hay otros muchos funcionarios que, echándole mucha imaginación al asunto, elaboran actividades para que el confinamiento no pueda con nosotros y podamos conservar algo de normalidad en nuestras vidas. Y preparan programaciones y actividades que llevar a cabo con sus usuarios, en las piscinas, en los polideportivos, en los centros culturales… cuando todo vuelva a a ser como antes (aunque después de esto ya nada volverá a ser como antes).

Por no hablar de la labor, posiblemente más conocida, que hacen esos profesores que desde sus casas intentan que sus alumnos no pierdan el curso y sobre todo el hábito y las ganas de estudiar.

Y por lo visto, nunca oyeron hablar de los servicios de ayuda a domicilio, de esas abnegadas trabajadoras que siguen atendiendo a los más vulnerables entre los vulnerables, los ancianos, o de los trabajadores que siguen atendiendo las residencias de ancianos (públicas y concertadas), que aunque en la mayoría de los casos no son empleados públicos también cobran de lo público.

Ni de los funcionarios de prisiones, de centros de menores, de centros de internamiento de inmigrantes, de centros de atención a mujeres víctimas de violencia de género…

Estoy segura que nunca han pensado que para que a ellos les lleguen todos los días las cifras de esta maldita pandemia antes unos funcionarios han tenido que contar y transmitir los nuevos casos, los tristemente fallecidos, las esperadas altas; y otros, al otro lado de la línea, recopilarlos y elaborarlos.

Y seguramente ni siquiera se les ha pasado por la imaginación que detrás de cada aparición pública de nuestros presidentes, ministros, alcaldes… hay funcionarios que se ocupan entre bambalinas de que no haya ningún fallo. Y de que todas esas páginas web de ministerios e instituciones varias, donde buscamos información que nos haga ver un poco de luz al final del túnel, también están gestionadas por funcionarios.

Pues todos esos y muchos más que estoy segura que me dejo, a día de hoy siguen trabajando; unos a pie de calle o en sus lugares de trabajo; otros, muchos, delante de sus ordenadores, aislados de sus compañeros y jefes, con los que solo pueden mantener contacto telefónico u online, algo que no hace sino que dificultar su trabajo; y con una nueva forma de trabajar a la que se han tenido que acostumbrar a marchas forzadas.

Por último, tampoco conocen el ingente trabajo que han tenido que hacer los servicios informáticos de las instituciones para, en una carrera contrarreloj, diseñar todas las herramientas necesarias para que el resto del funcionariado, y con ellos nuestra sociedad, pueda seguir FUNCIONANDO.Y aclaro que dentro del concepto de funcionario, por el que popularmente se conoce a todos los EMPLEADOS PÚBLICOS, incluyo funcionarios de carrera, personal laboral y personal estatutario.

TODO VA A SALIR BIEN.  QUÉDATE EN CASA

Postdata: A esos les digo que no hace falta que pidan que nos bajan el sueldo, todo se andará; ni es la primera vez que, queriendo o sin querer, hemos contribuido a paliar una crisis, ni será la última.

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