Se sentía profundamente yeclana, enraizada en
este paisaje austero, feliz entre sus gentes…>Con sus escritos llevó el nombre de Yecla por todo el mundo, casi sin salir de aquí
Através de su conversación, María nos hacía partícipes de su saber, de su mucho saber; asistíamos a la gestación de un artículo, de un libro, de un cuento. O escuchábamos atentos una opinión suya sobre la lectura de una obra que acababa de hacer.
De vez en cuando, nos mostraba un libro antiguo con antiguas firmas, una vieja fotografía o la primera edición de un libro muy querido… Sí, María Martínez del Portal se sentía yeclana, profundamente yeclana, enraizada en este paisaje austero, feliz entre sus gentes, respetuosa con las tradiciones. Si acaso, compartía ese amor con el que le tenía a la finca familiar del Collado de Salinas. De porte distinguido, María sabía ser cercana y afable en el trato. Con sus escritos llevó el nombre de Yecla por todo el mundo, casi sin salir de aquí, al igual que hiciera, en el siglo XIX, su antepasado el filósofo José Soriano García.
No es de extrañar, por tanto, que Yecla se haya inclinado amorosamente hacia ella y, agradecida, la haya nombrado hija predilecta para la eternidad…”
(Extracto del artículo dedicado a María Martínez del Portal por su íntimo amigo José Manuel Vidal Ortuño, y que publicamos en su totalidad en la página número 8 de esta edición).
