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miércoles, 15 octubre, 2025
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YECLANOS POR EL MUNDO: Carmen Carrillo Ibáñez

Carmen Carrillo Ibáñez, 23 años, trabaja como cuidadora en una casa de acogida en Malta, donde reside desde hace cuatro años. Nos cuenta la historia de un programa Erasmus que se acabó convirtiendo en su vocación.

Daniel Ortuño Ibáñez

¿Qué te llevó a mudarte a Malta? ¿Cuánto tiempo llevas allí?
Al principio, yo no tenía ninguna intención de salir de España. Después de estudiar Educación Infantil en el instituto Castillo Puche de Yecla, me presenté a un programa Erasmus y ahí todo cambió: el destino era Malta. Lo que en un primer momento iba a ser tres meses o un verano, se acabó convirtiendo en los cuatro años que llevo viviendo aquí. En la primera escuela infantil en la que estuve me ofrecieron quedarme más tiempo, vi que ganaba buen dinero y alargué mi estancia. A lo largo de este tiempo, he ido adquiriendo experiencia hasta acabar trabajando actualmente como coordinadora en una casa de acogida al cuidado de niños. Trabajo cuatro días a la semana, y dos de ellos con turnos de 13 horas diarias porque hay que ocuparse de los críos, llevarlos a hacer actividades o lo que necesiten en cada momento. Nos encargamos de cuidarlos hasta que alguna familia llegue para acogerlos. Malta me ha brindado las oportunidades que quizá España, desafortunadamente, no habría podido darme.

¿Cuál dirías que es el aspecto más positivo de vivir en Malta? ¿Y el más negativo?
Para mí, lo mejor de Malta es el trabajo que he podido conseguir aquí, un trabajo en el que ayudo a muchísimos niños que necesitan cuidados a una edad tan temprana. Y, por supuesto, la playa, que en verano es lo que más se agradece. El aspecto más negativo diría que es la escasez de actividades en la época invernal. Malta es una isla pequeña y eso puede ser limitante para algunas cosas. También es complicado encontrar grupos de gente joven para hacer amistades, puesto que Malta suele ser un lugar de tránsito, sobre todo para estudiantes que buscan perfeccionar el inglés aquí. No es habitual que la gente se quede.

¿Has tenido dificultades con el cambio de idioma? ¿Cómo ha sido la acogida de los malteses?
Aunque no he sido la mejor, siempre me he desenvuelto bien en inglés, y más aún después de estar cuatro años utilizándolo para comunicarme; llamémoslo “bilingüismo involuntario”. Sí me sorprendió la lengua maltesa, porque es muy difícil de entender. En este sentido, agradezco que el inglés sea la segunda lengua oficial del país. En cuanto a la acogida, desde el principio noté que los malteses son algo endogámicos, especialmente con personas de fuera de Europa. Alguna vez me he encontrado en situaciones incómodas por este motivo, pero tampoco como para poner el grito en el cielo. En general, ha sido una acogida agradable.

¿Has notado mucho el choque cultural?
Lo que más me chocó fue la gran importancia que le dan a la religión católica, mucho más que en España, sobre todo entre la gente más mayor. Recuerdo la primera vez que entré a una escuela infantil allí, que no paraban de preguntarme sobre mis creencias religiosas. Para ellos es algo muy relevante a nivel social. Diría que, curiosamente, el choque se da más con personas de otras culturas. Yo he conocido y trabajado con gente de todo tipo: gente de Siria, de Serbia, de Nepal, de Latinoamérica… Al final, son esas personas las que enriquecen el entorno en el que vivo, me hablan de sus costumbres y juntos participamos de la diversidad cultural de la isla.

¿Qué es lo que más echas de menos de Yecla? ¿Vuelves muy a menudo?
Sobre todo, echo de menos estar con mi familia, mis amigos y acudir a eventos como las fiestas de San Isidro o la feria, que terminó hace poco. Llevo casi cinco años sin disfrutar de todo ello, y se echa en falta a menudo. Suelo volver a Yecla tres veces al año, coincidiendo con Navidad, Semana Santa y el mes de julio o agosto, dependiendo de mi trabajo. Es un alivio saber que puedo volver de vez en cuando, sobre todo teniendo en cuenta la exigencia y la responsabilidad de mi profesión.

¿Te ves viviendo de forma definitiva en Malta?
No está entre mis planes hacer mi vida aquí, pero nunca digas nunca. Sí me gustaría regresar a España en un futuro, pero creo que primero debería mejorar la situación y las oportunidades de los jóvenes en nuestro país. En Malta he podido adaptarme, tener unos ahorros y vivir bien, pero siempre trabajando duro.
Aunque me duela admitirlo, si España no da un giro en favor del futuro de los jóvenes, creo que me quedaré en esta pequeña isla algunos años más.

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