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Yeclanos por el Mundo- Maje Martínez Dotor: una futura educadora social en Perú

El objetivo de esta joven es ayudar a salir adelante a familias de las más olvidadas del mundo que malviven en la pobreza

La protagonista que hoy llega a esta nueva entrega de ‘Yeclanos por el mundo’ atiende al nombre de Maje Martínez Dotor y ni mucho menos es una desconocida para esta redacción. Maje es hija de la madrileña Cristina Dotor Fernández y del yeclano hasta la médula Jesús Martínez Azorín, el genial dibujante y uno de los padres de ‘El Pequeño Filósofo’, lo que no significa que Maje, ni sus cuatro hermanas y dos hermanos, lleven la misma sangre que los personajes de la viñeta que venimos publicando desde hace 20 años.

Por eso, debido a sus arraigadas raíces familiares, podemos asegurar que Maje, aunque no nació en Yecla, donde pasa largas temporadas en verano y Navidad, se considera yeclana de pies a la cabeza y hace gala de su yeclanía donde quiera que vaya.

Más concretamente, Maje se encuentra desde primeros de año en el asentamiento de El Alto Trujillo, en la ciudad del mismo nombre y segunda ciudad más poblada de Perú, donde realiza prácticas del Grado de Educación Social, «facilitando el desarrollo de familias en situación de pobreza con alta vulnerabilidad, a través del empoderamiento de la mujer y la intervención con todo el núcleo familiar», según nos comenta Maje en las varias conversaciones  mantenidas con ella por whatsapp, aprovechando para tomarse un descanso en medio de las labores que estos días la mantienen ocupada: «Me habéis pillado haciendo barro con los pies para ‘terrajear’ (enyesar), el nuevo aula que estamos construyendo de adobe y yeso y luego le daremos una capa de barro por encima para alisar».

La construcción del aula la llevan a cabo junto a familias del Alto Trujillo que se involucran en torno al trabajo planificado por la ONG para el desarrollo Kulli, que en quechua significa morado, el color también corporativo de esta organización.

Antes de viajar a Perú, Maje ha trabajado como educadora social por las calles de Madrid, donde reside, recorriendo los parques «donde pasan el día multitud de jóvenes de familias en riesgo de exclusión social, intentando reconducir sus vidas a través de planes de socialización e integración social que les ayude a progresar en su trayectoria vital, entendiendo la calle como un entorno de intervención y crecimiento privilegiado no solo como ambientes de droga, violencia y aislamiento social», en palabras de Maje.

La ONG  Kulli se constituyó en Octubre 2015, «al ver el enorme número de familias afectadas por la pobreza extrema, pobreza económica, violencia familiar, entre ellos psicológica, física y en muchos de los casos abandono del hogar.

Por ello  Kulli  tiene como finalidad contribuir a mejorar la calidad de vida de las poblaciones más pobres y vulnerables de aquel país andino, ejecutando proyectos que logren alcanzar el desarrollo humano sostenible de esas familias, en las que también fomentan los buenos hábitos personales, ayudándoles a incrementar su autoestima y autonomía personal para que las familias puedan sobresalir y seguir adelante antes las adversidades de la vida». Las familias en las que se vuelcan las educadoras en prácticas como Maje están consideradas de extrema pobreza, disfuncionales, o con importante problemas sociales.

«Por eso mantenemos muchas actividades para estar en permanente contacto, como reuniones con las madres y los padres de familias, talleres, charlas, visitas… Siempre priorizando nuestra atención hacia las personas más vulnerables de cada hogar como menores de edad, ancianos, mujeres que sufren violencia de género, etc.», nos detalla nuestra yeclana en Perú.

Cuando contactamos con Maje la sorprendemos con sus compañeros elaborando mascarillas para mentalizar a aquella población de la gravedad de la pandemia que asola todo el planeta. «Debido a su falta de contacto con el resto del mundo todavía no están muy concienciados de la gravedad pero para eso hemos venido nosotros aquí, para abrirle los ojos lo más que podamos», apostilla.

Preguntamos a  Maje sobre cómo se está viviendo en aquel rincón apartado (y sobre todo olvidado), del mundo y nos responde sin medias tintas que «no se aprende en cabeza ajena, del mismo modo que ocurrió en España, hasta que el Gobierno no ha impuesto medidas restrictivas y sanciones,  no ha empezado la concienciación sobre la gravedad del problema, más teniendo en cuenta las carencias del sistema de salud Peruano».

Y añade: «Desde nuestro privilegiado mundo puede no entenderse, pero es realmente difícil mantenerse en cuarentena cuando se vive al día y la economía familiar depende de poder salir a vender y no se puede. O cuándo existe violencia de género y estás obligada a estar encerrada 24 horas con el hombre que abusa de ti o te maltrata.

Por ello estamos haciendo compras de alimentos con donaciones que vienen en su mayoría de España para hacer repartos en aquellas familias en riesgo a las que no están llegando las ayudas del estado, que no son suficientes, y así asegurar la subsistencia de esas familias, y en cierto modo evitar que se produzcan situaciones de más violencia de la que ya están viviendo».

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