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viernes, 15 noviembre, 2024
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PALABRA DE PREGONERO

Pensar en si el Pregón que ya tengo más o menos escrito agradará al respetable me agita por dentro como una gaseosa

Cómo iba a imaginarme yo que este final de año iba a ser tan tremendamente inolvidable. Ya estaba como loco de contento con la boda de mi nena a la que acompañaré del brazo como el padrino más orgulloso del mundo. Una boda para la que ya ha comenzado la cuenta atrás: dentro de un mes estaré como un flan porque aquí donde me ven yo me derrumbo enseguida haciendo pucheros. Soy muy “blandico”, como dice mi Maite. Me van a tener que recoger con una fregona de tanto que me voy a derretir. Y por si me faltaba algo para terminar de derretirme, a primeros mayo el presidente de la Asociación de Mayordomos, José Luis Soriano Morata, me transmitió que había pensado en mí para que pregonara las Fiestas de la Virgen de este año. Quienes me conocen en las distancias cortas saben que a mí me trajo la cigüeña a este mundo envuelto en un manojo de nervios.

Me pasa como a las gaseosas, basta que algo se agite lo más mínimo a mi alrededor para hacerme saltar por los aires. Por eso estos últimos meses, y ya no digamos semanas y días, me sentía por dentro tan intranquilo deseando que de una vez se hiciera oficial el nombramiento (y no miento), para poder compartir con mis hijos, mi familia, mis amigos más íntimos, mi gente más allegada y mis compañeros de la Escuadra El Paso de la Bandera, la inconmensurable e incontrolable euforia que me traquetea por dentro por ser el pregonero de nuestras Fiestas de la Virgen. Y no me olvido de mis compañeros del periódico Siete Días y Cope Yecla que son quienes tienen la inmensa dicha de soportarme a diario. Ya no sabía lo que decir cada vez que en la redacción salía el tema de las Fiestas de la Virgen y antes o después alguien preguntaba: “¿Sabes quién es el pegonero de este año? ¿Habéis escuchado algo?”. “Pregonero o pregonera”, respondía yo deprisa y corriendo para cambiar de conversación sin que se notara mucho.

El que espera se desespera, pero todo llega. Por fin se ha hecho público y hoy me siento mucho más feliz que estos meses atrás en los que solo lo sabíamos mi mujer, el presidente y yo. Las alegrías son más inmesamente grandes cuando las compartimos con los nuestros. No lo escondo ni tengo la menor intención de disimularlo, me siento el hombre más afortunado y feliz de Yecla y del extranjero. Mentiríamos todos y cada uno de nosotros si no reconociéramos que no hay nadie, o casi nadie, porque siempre acaba dando la nota algún insurrecto en cualquier tema que toquemos, a quien no le llene de orgullo y satisfacción, como dijo el Emérito con mucho mérito, que se acuerden de uno, y más aún para algo tan extraordinario para un yeclano como es pregonar nuestras Fiestas de la Virgen… Y justo aquí tengo que poner punto y final a estas “Crónicas yeclanas” porque, aunque ya lo tengo casi a punto, todavía me falta repasar mi pregón un poco más a fondo. Pensar en si la intervención que tengo ya más o menos escrita agradará al respetable me agita por dentro como una gaseosa. Palabra de pregonero.

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