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DÍA MUNDIAL DEL AGUA

Juan Muñoz Gil

Al existir ese antojo secular de poner a cada día del año la celebración de un acontecimiento putativo, conmemorando alguna efeméride en similitud con el tema cuestionado, y en este caso algo tan importante como es el agua y a la vez impulsado por un organismo como la ONU, alarmado ante el problema que está suponiendo la carencia de agua dulce en tantos lugares de este mundo, así que declaró el 22 de Marzo de 1993, Día Mundial del Agua. Y el pasado año se centró en las aguas subterráneas y durante el presente se debatirá sobre la importancia del agua hoy en nuestro mundo.

Si nos atenemos a lo que dicho problema puede suponer para Yecla, por ser éste nuestro hábitat y residencia generacional, y no menos para otros tantos migrantes asentados en los últimos tiempos, es por lo que hemos de cuestionarnos la necesidad y la provisión de la que contamos para hacer frente a necesidades tan perentorias y vitales al ser el agua fundamental para la vida en cualquier entorno que el hombre, y no menos los animales, precisan para su existencia.

Yecla se nutre exclusivamente de aguas subterráneas, generalmente fósiles porque las freáticas desaparecieron tras las numerosas perforaciones efectuadas, y no solo en Yecla, sino en todo el territorio comunitario desde los años 60 del siglo pasado, y hasta 1.985 no cambió la Ley de Aguas ya que estuvimos rigiéndonos por la de 1879, donde no se controlaban las posibles sobrexplotaciones que en esos años se dieron en todo el Levante español, agotando los acuíferos y apurando las existencias de los mas exiguos, y complicándose todavía más la situación ante el “boom” agrícola de cultivos intensivos que se están dando en todo el Levante mediterráneo por la bonanza de un clima tan generoso y fructífero, con el resultado de que estos depósitos formados en la época mesozoica podemos asegurar que tienen la vida contada, unos antes y otros poco después.

El qué hacer para que la vida pueda seguir su curso y no recurrir a determinaciones drásticas, como se vieron obligados a hacer aquellos primitivos habitantes ubicados en poblados célticos, ibéricos, romanos, árabes, etc. hoy abandonados en las riberas de riachuelos, arroyos, albercas o esteros, que al dejar de recibir el agua de vida, las gentes de esos asentamientos se vieron obligados a abandonar. Y de no aportar el líquido elemento como es el agua al Altiplano Murciano en un futuro próximo, bien sea desalada o que un Plan Hidrológico Nacional coordine y distribuya adecuadamente las aguas que año tras año van a parar al mar, el fin de muchos pueblos, aunque no sea inminente, y su pervivencia no será nada halagüeña.

Cualquier persona octogenaria que haya vivido en Yecla su infancia o juventud, ha podido ver brotar el agua a ras del suelo en el paraje del Cerro de la Fuente, hasta darse el caso y personalmente puedo dar fe, que hubo años que se llegó a cimentar la fuente para que el agua del nacimiento no llegase al Hondo del Campo, ya inundado por riadas de aluviones pluviales, impidiendo realizar los cultivos tradicionales en esa zona llamada de ‘Campo abajo’. Y si hoy se consulta con entidades o técnicos que realicen trabajos en los Pozos de Yecla, nos echaremos las manos a la cabeza cuando nos confirmen la actual profundidad estática del agua en esas explotaciones de las que únicamente podemos abastecernos.

Basta resolver una regla de tres para deducir el agua que puede quedar al conocer el calado del acuífero, y me atrevo a adelantar un resultado desolador. Pero el problema no es de uno u otro pozo, sino de la negligencia de la Administración, que al regirnos con normas distintas en cada Comunidad Autónoma se han permitido perforaciones libremente sin valorar la limitada capacidad de un acuífero, y al tener alguno de ellos cientos de kilómetros de extensión y abarcando varias Comunidades, cada entidad actuó, y lo sigue haciendo, con criterios propios, en detrimento del vecino que sí pudo proceder con verosimilitud.

Los antiguos agricultores de Yecla, todos, tenían su aljibe, y cuando un año les faltaba suministro, hacían otra cisterna, y si en España hay agua suficiente bastará con recogerla y distribuirla dónde y cuándo se necesite. Así de sencilla es la solución.

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