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martes, 30 abril, 2024
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COSIDOS

Este verano seguro que, entre todos los ocios propios de vacaciones y descanso, regados con comidas, algún baño, siestas y relajaciones, nos ha permitido echar un ojo a series, películas y también a algún libro, y puede ser que entre las lecturas esté “Sira”, de María Dueñas, continuación de la archiconocida “El tiempo entre costuras” de la que hay hasta una serie de televisión, o “Siete agujas de coser” de Lucía Chacón, o “Las modistas de Auschwitz” de Lucy Adlington que también tiene “La cinta roja” (Hay otro libro con el mismo título de “La cinta roja” escrito por Carmen Posadas en el que describe la Revolución Francesa a través de Teresa Cabarrús, una dama española), o “Las herederas de la Singer” de Ana Lena Rivera. Son libros que hablan del oficio y del ocio de coser, quizás uno de los trabajos más tradicionales de la vida. Desde que se inventara la máquina de coser (cantarina, “Singer” en inglés) allá por la mitad del siglo XIX ha acompañado el trabajo en las casas y en la industria. En las casas formaba parte de las dotes y las herencias y era uno de los instrumentos del hogar al que se le dedicaba más horas, no es difícil entender como esto derivaría en llegar a ser una de las herramientas principales para que las mujeres ayudaran en la economía familiar. Hoy, sin embargo, en las casas no tiene el mismo protagonismo aunque de unos años para acá esté alcanzando un nuevo desarrollo en el tiempo de ocio y en la artesanía.

 

En “Sira” ya no está la costura presente en cada página como en “El tiempo entre costuras”, pero hay guiños al lector en los que no deja de hablar de técnicas, recursos, instrumentos, accesorios, o ideas del mundo de las agujas y las telas, en medio de una trama de intriga y recorrido por la historia de España y Europa a partir de la Guerra Civil Española y La Segunda Guerra Mundial, con los conflictos latentes y las situaciones convulsas, de la mano de una protagonista que ha ido cambiando y que ahora tiene otras responsabilidades ineludibles que le acompañan.

“Siete agujas de coser” de Lucía Chacón es el primer libro de una bloggera de éxito con su plataforma https://www.menudonumerito.com, muy visitada en redes, su canal de YouTube “Coser fácil y más Menudo Numerito», en el que comparte tutoriales de costura con una comunidad de más de 1.300.000 seguidores, su perfil en Instagram @menudonumeritopáginas, y su presencia en las redes sociales como Facebook, Twitter, Pinterest, Tik Tok y Telegram, ella se define como crafter, blogger, youtuber, y community manager después de haber sido documentalista y traductora. En el libro nos cuenta de los inicios de una academia de costura allá por los años 90, con alumnas de diferentes personalidades y pequeños retazos de la vida de cada una de ellas, cada una tiene una idea diferente por la que asistir a las clases y tertulias, a cada una le mueve una necesidad y manifiesta una personalidad y ahí estarán Julia, Amelia, Sara, Catherine, Margarita, Laura y Marta creando un caleidoscopio de vivencias entre agujas y telas.

En “Las modistas de Auschwitz” y “La cinta roja” que fue publicado antes, la autora habla de unos hechos reales de la Alemania nazi, un taller de costura compuesto por mujeres judías que cosían y diseñaban ropa de alta costura a medida, para las esposas de los oficiales y las damas de la alta sociedad nazi. Se describen los horrores de los campos de concentración y como sus habilidades con las agujas y las telas les sirvieron de salvoconducto frente a una muerte segura en las cámaras de gas.

“Las herederas del a Singer” es un libro en el que la autora ha querido visibilizar a mujeres que trabajaron de una manera u otra para el sustento de su familia, a esas que bajaban a lamina cuando estaba prohibido por ley, a esa otras que, con su trabajo, eran el principal soporte de sus casas. Se habla de la influencia de una máquina de coser Singer a lo largo de unas generaciones de mujeres que bien pueden ser el reflejo de algunas que todos hemos conocido de cerca, mujeres fuertes y otras que se han dejado llevar, mujeres que hablan de unas circunstancias de vida difícil y otras que se han amoldado a las normas impuestas, mujeres criticadas e incluso repudiadas, mujeres que han manejado su vida y otras a las que han manipulado de siempre, obligaciones de trabajo escondidas y chantajes, luchas y reivindicaciones más o menos calladas, nichos de negocios desconocidos para el público en general y con los que te das cuenta de necesidades vitales para cada colectivo (las sotanas de los curas de la iglesia de El Palmar, lps uniformes para desfiles,…).

Hay mucho que coser en la vida, es un oficio con muchísimas ramificaciones y mucha industria y artesanía asu alrededor y en el que lo femenino siempre ha sido protagonista. Quién no ha conocido mujeres que llevan años y años cosiendo en la industria de la tapicería, y a otras que han cosido zapatos, o vestiditos de muñecas, o pantalones, o toldos, o cascos, o colchones y almohadas, o las equipaciones de ciclistas y otros deportistas,… y eso sin salir de Yecla, abriendo un poco más el campo se puede hablar de las cartillas de los bancos, de la ropa y el material de las mascotas, de carpas y cubiertas, de velas de barco, de curiosos paneles solares para invernaderos, de los propios invernaderos, de bolsos, estuches, mochilas, carteras, macutos,… de ropa técnica y de otra desechable, de los cabestrillos tan utilizados actualmente para eliminar ciertas escayolas, de ropa sanitaria y sus complementos como mascarillas, gorros, peucos o calcetas, de camisas, pantalones, monos y ropa de trabajo, vaqueros, chandals y ropa específica para deportistas, de servilletas y manteles, de sábanas y fundas, de paños para limpiar y toallas,… y todo eso con sus respectivas especialidades tecnológicas que amplían la básica máquina de coser hasta los límites que imponga la imaginación y demanden las necesidades de fabricación.

Las manos que cosen, los patrones, las tijeras y los puntos menudos e iguales se ven en medio de la lectura de estas obras y. retrocediendo en el tiempo, en muchas tardes de costura en casas de modistas de pueblo, que igual te cosían un vestido para una boda, que un baby o un delantal para diario, ayudándose con los patrones de las revistas de moda o con los patrones que aprendían por métodos de estudios unas veces en academias y otras por correspondencia (APHA, CCC, CEAC), allí también se hablaba de todo y era centro de información privilegiada entre las mujeres al mismo tiempo que servía de distracción y excusa para salir de las casas. La costura era y, todavía es, un mundo en la vida diaria.

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