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“Un columbario sin palomas” por Liborio Ruiz Molina

Convendría hacer algunas precisiones ante el revuelo y los dimes y diretes desatados en las redes sociales a propósito de la posible construcción de un columbario en el Santuario del Castillo, que por cierto, hasta hace apenas diez días nadie o muy pocos sabían que era eso de un columbario. Precisar, digo,dentro de la polémica desatada, los diversos temas introducidos en el debate pues se están mezclando “las churras” con “las merinas”, y eso ya se sabe que no hace más que crear más confusión. La palabra Columbario procede del término latino “Columba” que significa “paloma”, así que la denominación de este tipo de construcción se debe a su semejanza con los palomares destinados a estas aves. En la antigua Roma su uso fue muy frecuente. Estos monumentos contenían pequeños nichos donde se depositaban las urnas con las cenizas de los difuntos. La incineración como parte del ritual funerario romano fue el más generalizado hasta bien entrado el siglo II de nuestra era, siendo sustituido con el tiempo por el uso mayoritario de la inhumación. El uso de la incineración se arraigaba en el convencimiento de que el fuego y las almas eran de similar naturaleza, razón por la cual creían que la cremación permitía que esta llegara más rápido al otro mundo. Pero regresemos al aquí y ahora.

Después de haber leído detenidamente las opiniones vertidas sobre el asunto (que no son pocas), en su inmensa mayoría arropadas en el anonimato que procura la red, la confusión generalizada, en algunos casos ignorancia que también hay y mucha, es la tónica dominante. Por centrar el debate de este polémico asunto sería necesario diferenciar entre el contenedor y el contenido, es decir, entre el edificio que se pretende construir (columbario) y lo que en él se va a depositar. En cuanto al primero, el contenedor y según consta en la documentación del proyecto y ateniéndonos a la normativa vigente que regula este tipo de actuaciones, no afecta a bienes patrimoniales de índole arqueológico. La obra se centra sobre una construcción en mampostería realizada probablemente en la década de l920, correspondiente a una pretendida ampliación de las instalaciones del santuario que quedó inconclusa. Nada, por tanto, que tenga que ver con los restos constructivos de época islámica fechados entre los siglos XII al XIII, localizados en la cima y en la ladera SE del cerro, que cuentan con el grado de protección de BIC (Bien de Interés Cultural). Al encontrarse el lugar de actuación en las inmediaciones o próximo al BIC y ante la posibilidad de movimientos de tierra, y como medida preventiva, la licencia de obras queda sujeta a la supervisión de las obras por un técnico arqueólogo que pueda valorar los posibles hallazgos de interés arqueológico, si los hubiere. Eso es lo que los informes técnicos emitidos desde Ayuntamiento han dicho con respecto a este proyecto, de no haber sido así se podría haber incumbido en un delito de prevaricación, que como sabemos se produce cuando el funcionario falta conscientemente a los deberes de su cargo al tomar una decisión o dictar una resolución injusta, con plena conciencia de la injusticia. Otra cosa será, y ahí estaríamos en el plano de lo subjetivo, que nos pueda parecer que el diseño y los materiales empleados en el edificio que se pretende construir queden más o menos integrados o resulten más o menos agresivos con respecto a la línea constructiva del antiguo edificio del Santuario del Castillo.

El segundo plano de la controversia que se ha solapado con el primero y que en mi opinión conviene separar, es el referente al contenido que se pretende dar al contenedor. A mí personalmente, como cristiano bautizado que soy y me declaro, poco practicante eso sí, no me parece oportuno contar en nuestra localidad con dos espacios o ámbitos diferenciados destinados a dar sepultura a nuestros familiares difuntos (sigo en el plano de lo subjetivo). Veo en ello algo de segregación, de distingo entre los mortales, máxime cuando en este nuevo espacio destinado a perpetuar la memoria de nuestros muertos sirve de reclamo la Virgen del Castillo; eso no me parece bien. (Sigo en la subjetividad más absoluta) Al igual que creo, esto también ha salido a colación, que la gestión del cementerio debiera ser municipal. Pero eso es otro cantar y queda para un futuro debate político entre nuestros munícipes, si es que alguna vez se plantea. En resumidas cuentas, creo que ante el rechazo que se ha generado al proyecto de construcción de un columbario en el Santuario del Cerro del Castillo, solo nos queda apelar al promotor de este proyecto para que dé marcha atrás y remplantee un nuevo emplazamiento. Con ello conseguiría apaciguar los ánimos de creyentes, no creyentes, ateos y gnósticos, del pueblo en general.

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