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lunes, 29 abril, 2024
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LAS CALLES DE YECLA

Juan Muñoz Gil

El libro de D. Miguel Ortuño así titulado refleja con laborioso pormenor el baile de nombres que a lo largo de la historia, concretamente desde 1860 hasta 1982, con el que se han ido rotulando las calles de Yecla en función del parecer de las opciones políticas que alcanzaban el poder municipal. Cada partido ha ido posponiendo los nombres de figuras que por cualquier circunstancia resaltaron en la vida pública, de acuerdo siempre con el parecer y criterio defendido por las siglas dominantes.

Antiguamente se rotulaban las calles según los gremios artesanos o elementos monumentales que en ellas existían, resultando muy fácil a cualquier forastero poder encontrar una concreta. Ocurrió que en ciudades de nueva planta importantes de América,  al ser tan masiva la afluencia de emigrantes con distintas lenguas, determinaron catalogarlas por números, logrando así poder acceder un transeúnte a cualquier dirección aun siendo oriundo de países remotos. Cosa ésta que en España, ante la imposición de las distintas lenguas regionales, más pronto que tarde se acabará por aceptar ese modelo, pudiéndose acabar con el dilema de nominar una calle en función de pareceres exclusivamente partidistas siempre que un grupo determinado alcance el poder municipal, dándose el caso, de ganar las elecciones partidos o grupos de cariz budista, mahometano, ateo, animalista, gay,  trans o feminista, el millón aproximadamente de calles, avenidas, paseos, carriles, plazas, pasajes, pasadizos o traviesas. ¡Vete tú a saber!  La de nombres que acabaran luciendo en el callejero de cualquier pueblo, aunque ya, como quien dice, es una realidad que está a la vuelta de la esquina, intuyendo ser éste el panorama que arrostrarán las generaciones futuras.

Esa futura numeración, a la que antes o después se recurrirá para nombrar las calles de los pueblos, se realizaría como actualmente hacen, por ejemplo en Nueva York, contando de Este a Oeste. En Yecla resultaría mejor de Norte a Sur al estar el pueblo ubicado en la umbría, y con ello se evitarían etiquetas como en tantas ocasiones ocurre en una familia cuando hay que nominar a un recién nacido, llegando a incitar enfrentamientos al intentar poner cada familia el predispuesto por una u otra parentela.

Concretamente el diseño de las calles de Yecla se rige según las planificaciones que en el siglo XIX  se hizo en el trazado de las grandes ciudades europeas, y la rotulación de esas amplias avenidas recayó en nombres, entre otros, de personas que contribuyeron con su peculio particular a la construcción de templos, colegios, asilos, jardines, y concretamente en nuestro pueblo así fue con benefactores como Juan Ortuño, Ibáñez Galiano, Lucio Ortuño, etc, calles estas que ninguna opción política ha podido cambiar. Y  si consideramos la cantidad de dinero que se ha generado en Yecla en el último tercio del siglo XX, lo sabemos porque una mayoría fue robada de un banco local, no se decantó ningún nuevo hacendado por obras filantrópicas en pro de la comunidad, y en premio, rotular alguna que otra calle con el nombre del generoso filántropo. Pero, ¡qué le vamos a hacer!.

Aunque seguro se llegará más pronto que tarde a aplicar este sistema de rotulación callejera y quizás realizado por el propio Pedro Sánchez como presidente del Gobierno aplicando un nuevo decreto gubernativo, uno más de los tantos anunciados durante su mandato, ordenando se numeren todas las calles de los pueblos de España, y se abandone la costumbre de titular con un determinado nominativo al saber de buena tinta que ningún Ayuntamiento va a tener la osadía de designar ninguna calle con su patronímico, convencido como está de la reticencia disconforme hasta de sus propios correligionarios cuando sus sueldos ya no dependan del exclusivo dominio del presidente, por lo que éste no tardará en legislar que las calles de los pueblos se numeren con dígitos, pudiendo sólo así salvar los muebles una persona tan ególatra y narcisista. Aunque puede que tenga suerte y en las Fallas o las Hogueras de Alicante indulten de la quema al ninot que lo represente, que de seguro serán muchos, en pro a su desmadrado altruismo de perdonar y amnistiar.

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