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Julio Alonso Gil, un pionero del montañismo yeclano

Adiós a un precursor de los deportes de montaña y de aventura (escalada, barranquismo, senderismo) en nuestra ciudad

Ascendió las cumbres más significativas de la península Ibérica, realizó varios viajes a África y fue fundador y presidente del Centro Excursionista de Yecla

MARTÍN AZORÍN CANTÓ (COLABORACIÓN)

Julio Alonso Gil falleció el 30 de diciembre. Al día siguiente, familiares y amigos asistieron en el tanatorio a un acto de insondable emoción, de cariño, de respeto. En el transcurso del mismo, varios amigos, entre ellos el doctor Antonio Castaño, glosaron su figura, que queda indeleble en la historia y en la memoraría colectiva e individual. Dos facetas la ennoblecen: su trayectoria profesional y el amor a la montaña y a la aventura.

Julio, un buen yeclano, un hombre bueno, un buen amigo, sigue con nosotros. Su recuerdo palpita, continuamente, y su imagen está congelada en nuestra retina. Su huella permanecerá, inmutable, en los anales de la historia de nuestra población. Julio ha sido en su profesión, en el diseño, un ejemplo de emulación. Un gran artista. Sus obras, mayestáticas, son historia en la industria yeclana.

 

LA AVENTURA DEL MONTAÑISMO

Julio Alonso ha escrito una de las páginas más hermosas del montañismo local. Se inició, tempranamente, en la prehistoria de este apasionante deporte. Y su estela, luminosa, aparece por doquier. Miembro fundador del Centro Excursionista de Yecla y presidente en los años de expansión, de esplendor, de ajetreo intenso. Partícipe en cientos de actividades deportivas: montañismo, escalada, barranquismo, senderismo… Maestro de generaciones juveniles. Pedagogo de clases teóricas y prácticas. Organizador durante décadas de programas atractivos, como la Semana de Montañismo, exhaustivo, minucioso, metódico.

Su currículo es notable, ingente. Ascendió a las cumbres más significativas de la península Ibérica: en Sierra Nevada, en la cordillera Cantábrica, en los Pirineos, en la Sierra de Gredos… Decenas y decenas de escaladas, muchas de dificultad casi extrema. Deliciosas actividades de barranquismo. Enamorado siempre de la montaña. Viajero impenitente. Ha realizado diversas expediciones a África: aventuras inolvidables en el desierto, rutas estupendas por Mauritania, Túnez, Marruecos, Malí…, y ascensiones al Toubkal (Marruecos), pico más elevado del Norte de África (4.167 metros).

Julio ha dignificado el espíritu aventurero: con riesgo, con nobleza, con compañerismo. Muchas son las vivencias y anécdotas de juventud que viví, juntos a otros amigos, en una época en que el deporte de montaña se acercaba, a veces, al heroísmo. El material utilizado carecía de la calidad y seguridad adecuada: botas, ropas, piolet, cuerdas… Los crampones, en más de una ocasión, eran obra de un artesano fragüero de la localidad. Siempre permanecerá en mi memoria la ascensión al Mulhacén.

 

LA PRIMERA ASCENSIÓN YECLANA DOCUMENTADA AL MULHACÉN

El pico más elevado de la península, el Mulhacén (3.479 metros sobre el nivel del mar), fue la primera cumbre de envergadura realizada en la historiografía del montañismo yeclano. La expedición se celebró, del 2 al 8 de enero de 1969, con motivo del III Cursillo Local de Alta Montaña, organizado por el Grupo de Montañismo de la Organización Juvenil Española (OJE).

Esta expedición dejó una impronta imborrable. Muy significativa por sus características: la época, la meteorología y, tal vez, la juventud de los integrantes del grupo: siete jóvenes que no esperaban la ingratitud atmosférica. Diego Vicente, el más veterano y experto, la programó y dirigió. A cada uno, según figura en su archivo, les asignó una misión concreta: a Luis Miguel Azorín, director técnico; a Julio Alonso, guía de montaña; a Nicandro Albert, guía de espeleología; a Miguel Ángel Vicente (fallecido), técnico fotográfico; a Antonio Prats, encargado del botiquín, y a Martín Azorín Cantó, cronista de la expedición.

Las gestiones del director de la expedición fueron fructíferas: la concesión de varias subvenciones económicas y el préstamo de material de montaña por la delegación provincial de la OJE. El viaje -Yecla, Murcia, Granada y Albergue Universitario- fue una odisea. Durante el mismo, se acrecentó y forjó una amistad perdurable. El día 3, tras un apacible itinerario, llegamos a las obras de construcción del tele-cabina. Pernoctamos, gracias a una grata hospitalidad de los trabajadores. Al atardecer, el frío congelaba el aliento. Al día siguiente, la ruta nos acercó hasta el refugio de “Las Yeguas”. Poco después, iniciamos la ascensión al Veleta, con un cielo inmaculado. La cumbre ya la habíamos coronado Diego, Luis Miguel y yo el invierno anterior. Contemplando los perfiles aguerridos de los montes, emprendimos la marcha hasta el refugio de “Félix Méndez”.

El día 5, temprano, bastante temprano, iniciamos la ascensión al Mulhacén: sin equipaje, a excepción de piolets, crampones y una cuerda de perlón. El día empeoraba por momentos. La dificultad era enorme. El piolet apenas arañaba las inacabables placas de hielo. Con un inaudito esfuerzo, pisamos la cumbre. Toni Prats se adelantó unos metros. Era el primer yeclano, con 16 años, que hollaba la cima. El regreso desde el refugio, el día 6, fue crítico, de película. Debimos aplazarlo. Pero tal vez, inconscientes de la gravedad climatológica, avanzamos encordados, extraviados, con temperaturas de unos 15 grados bajo cero. Todo era opaco. La visión se perdía a dos metros de distancia. Un viento huracanado nos levantaba de la superficie helada. La nieve y el hielo nos azotaba inmisericorde. Recuerdo una estalactita de hielo pegada a la bufanda que protegía mi barba. En la agónica marcha, topamos con los postes del tele cabina en construcción. ¿Un milagro?

Mientras escribo estas líneas, veo a Julio, con su piolet y sus crampones, caminando por las estrellas.

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