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Tercera dosis

Los defensores de poner una tercera dosis a la población, se basan en los estudios de medición de anticuerpos, la llamada inmunidad humoral. Basándose en la medición de anticuerpos creados, que nos indica la defensa que nuestro organismo tiene ante una infección y, debido a la disminución de estos anticuerpos con el paso del tiempo, se recomienda el uso de una tercera dosis. Sabemos que la gran mayoría de vacunas requiere varias dosis para llegar a una máxima defensa

¿POR QUÉ ES NECESARIA UNA TERCERA DOSIS?

Los expertos defensores de una tercera dosis, basándose en que las vacunas contra la COVID de dos dosis tienen un pico de efectividad del 96% a los dos meses de la inmunización y esta protección baja al 86% a los seis meses, son partidarios de poner la tercera dosis de refuerzo a los ocho meses de haber recibido la segunda para mantener la defensa inmunitaria.

¿QUIÉNES SERÍAN CANDIDATOS A UNA TERCERA DOSIS?

1- Personas mayores de 65 años, sobre todo mayores con salud frágil ya que por lo general la capacidad de respuesta de su sistema inmune está disminuido.

Aunque todavía no hay datos concluyentes sobre la duración de la protección de la vacuna en la población de edad avanzada, se ha observado que las personas mayores de 80 años inmunizadas con vacunas de ARNm muestran una menor respuesta y títulos de neutralización más bajos que los más jóvenes. Esto daría lugar a una reducción de la protección contra enfermedades graves con el tiempo

2- Pacientes inmunodeprimidos. Personas que tienen una enfermedad de base que merma las defensas del organismo, o aquellas que tienen un tratamiento que disminuye la respuesta ante una infección ya que la medicación que toman actúa sobre el causante de su enfermedad, pero a su vez, actúan sobre las defensas que nuestro organismo genera.

Las personas que tienen enfermedades como cáncer, VIH, pacientes que toman medicamentos inmunosupresores como esteroides, quimioterapias, estarían dentro de este grupo. Esta es la razón por la cual son prioridad para la tercera dosis. En estos individuos, las dosis estándar de cualquier vacuna, incluidas las vacunas COVID-19, no logran generar un número adecuado de anticuerpos o respuestas de células T y una dosis adicional puede aumentarlas.

3- Personal sanitario, que al tener una mayor exposición al virus son más propensos a una reinfección. Los datos más recientes indican una mayor incidencia de infecciones seis meses después de la vacunación, coincidiendo con la aparición de la variante delta y una posible pérdida de inmunidad. Sin embargo, los casos notificados fueron leves y sin infecciones secundarias, aunque un porcentaje no despreciable de casos (19%) reportó síntomas persistentes.

Recientemente, la Administración de Medicamentos y Alimentos de EUA (FDA) ha avalado la aplicación de una tercera dosis de la vacuna contra la COVID-19, para adultos mayores de 65 años, personas con alto riesgo de contraer la enfermedad y en aquellos que, por su entorno de alta exposición al virus, tengan mayor riesgo de infección

LA PREGUNTA QUE SE NOS PLANTEA

¿Necesitamos una dosis de refuerzo a nivel general en este momento ó sería mejor, como estrategia ante la infección, aumentar la cobertura de la vacuna a nivel nacional e internacional, para así minimizar la aparición de mutaciones?
Lo ideal sería llevar a cabo las dos opciones, pero ante la falta de dosis la estrategia más eficaz sería aumentar la cobertura de la vacuna. Hasta la fecha, este refuerzo de la tercera dosis, no está del todo respaldado por la evidencia científica.

Lo que sí está respaldado por la evidencia científica es que las dosis puestas hasta ahora, conforme pasa el tiempo, tienen una efectividad decreciente contra la infección por SARS-CoV-2, pero se mantiene una efectividad alta y sostenida contra la enfermedad grave y la muerte.

Una cantidad creciente de estudios muestra que, tanto la inmunidad natural que nuestro organismo genera depués de padecer la enfermedad como la provocada por la vacuna contra el SARS-CoV-2, son sólidas y, en ambos casos, la memoria inmunológica probablemente durará varios años.

Se sabe que, así como los anticuerpos creados por nuestro organismo disminuyen con el tiempo, nuestro organismo genera a su vez células B y T de memoria ante la infección, claves para garantizar una inmunidad de larga duración. Estudios recientes han detectado la presencia de células plasmáticas, (responsables de la secreción de anticuerpos ), de larga vida en la médula ósea de pacientes convalecientes, hasta 7-8 meses después de la infección. De manera similar, se ha detectado la existencia de las células T de memoria, (responsables de destruir las células infectadas), durante al menos 8-9 meses después de la infección.

Estos hallazgos son indicativos de que, a pesar de la disminución documentada en los niveles de anticuerpos, nuestro organismo tiene un gran número de células B de memoria de larga duración que son capaces de generar defensas ante la infección

Además, numerosos estudios muestran que las infecciones en pacientes vacunados, y reinfecciones en pacientes recuperados de COVID-19, siguen siendo bajas. Incluso en áreas donde la variante delta se ha vuelto predominante, la mayoría de las infecciones con hospitalización se observan en individuos no completamente vacunados

La pauta completa de vacunación actual, dos dosis, para la población en general, sigue protegiendo contra la infección sintomática (sobre 88 % para la vacuna Pfizer y 67% para la AstraZeneca) y muy eficazmente contra la enfermedad grave o muerte (más del 90% para ambos). Esto subraya la importancia de la pauta completa de vacunación con dos dosis, para lograr una buena protección contra la variante delta. En la actualidad, hay evidencia sólida indicando que la elevada protección de las vacunas contra la COVID-19 grave se mantiene, a pesar de una reducción de anticuerpos en la protección contra la infección.

Finalmente, aunque se ha demostrado que las dosis de refuerzo produce un aumento transitorio de los anticuerpos neutralizantes sistémicos y, por lo tanto, puede proteger mejor contra las infecciones por delta, lo que no se sabe es cuánto dura este efecto, el cual podría ser de corta duración con un impacto mínimo en la memoria de larga duración de las células B y T .

CONCLUSIONES

1- En definitiva, hasta la fecha todos los estudios existentes indican que dos dosis de vacuna inducirán memoria inmunológica en nuestro organismo y generaran protección de larga duración contra la COVID-19 grave en la población en general.

2- Que las infecciones en personas vacunadas debidas a mutaciones ( variante delta), son asintomáticas o leves.

3- Que debido a la pérdida gradual de la eficacia de la vacuna contra la COVID-19, grave en personas frágiles y ancianas, requieren una dosis de refuerzo para aumentar la protección, sobre todo aquellas que viven en residencias

4- Que pacientes inmunodeprimidos necesitan un régimen de vacunación especial (incluida una pauta de tres dosis), para alcanzar títulos de anticuerpos comparables a los observados después de dos dosis en la población general.

5- Al igual que lo que ocurre con la gripe, que requiere de una vacunación anual, los expertos creen que las vacunas de refuerzo periódicas serán necesarias para hacer frente a futuras variantes. Con toda certeza, el coronavirus se convertirá en una enfermedad endémica y se necesitarán refuerzos de la vacuna para mantener la inmunización.

6- Desde un punto de vista epidemiológico, la estrategia más eficaz sería persistir con medidas no farmacológicas adicionales para controlar la propagación viral y las vacunas correspondientes a la tercera dosis de refuerzo a la población ya vacunada emplearlas en aumentar la cobertura de la vacuna a nivel nacional para proteger a los más vulnerables en los países con escaso acceso a las vacunas lo antes posible. De esta forma evitaríamos la aparición de mutaciones.

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