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martes, 23 abril, 2024
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Adiós a un amigo

Por José Pascual Ortuño Redondo

Nos has dejado amigo Pedro, ya no podremos disfrutar de tu siempre agradable compañía, en esos viajes a museos y exposiciones donde ejercías de docto cicerone; esas visitas a los Salzillos murcianos, donde te embelesabas con las obras del genial imaginero murciano, donde nos hacías ver detalles que nuestros profanos ojos a pesar de tenerlos tan cerca no lográban ver. Teníamos pendiente un viaje a visitar la obra pictórica del blanqueño Pedro Cano; ya no podrá ser, lo dejaremos para otra vida. Recuerdo las tardes en tu taller, donde me permitías estar viendo tu trabajo: tú, gubia en mano, modelando un trozo de madera, de donde igual sacabas una cara de ángel que un cristo doliente. Generalmente el artista no deja ver la realización de la obra hasta que está acabada, pero tú con tu permisividad en aras de nuestra amistad hacías una excepción y me dejabas embelesarme ante tu obra. Gracias, amigo Pedro. Recordaré siempre tus charlas de tu estancia en Murcia, con mención a mi padre, tu mentor en tu aprendizaje artístico en tu aventura murciana.
Ya no discutiremos de fútbol, de tu Madrid. Guardaré como oro en paño los dibujos que hacías en una servilleta o en un trozo de papel cualquiera. La ‘menina» que me prometiste hacer me la terminas ‘allá arriba», que tendrás más tiempo.
Ya te habrás reunido con Fina, tu Fina del alma, cuyo vacío por su ausencia no pudiste nunca superar. Cuatro han sido los pilares tu vida, como hacías en tus carrozas y tronos : Tu familia, la talla, tu Virgen del Castillo y los amigos.
Algo se muere en el alma cuando un amigo se va, dice el cantor, y no puede ser más certero su aserto: nos has dejado en tus amigos y discípulos un vacío que nadie podrá llenar. Tu impronta llena de los rincones de esa Yecla a la que tanto amaste y a la que le regalaste lo mejor de tu arte. Tus imágenes, tus tronos procesionales, recorrerán año a año sus calles, para que tu memoria perdure por siempre. Tu taller-escuela, donde se formaron tantos y tantos tallistas que te acompañaron en tu último viaje está de luto, también la ‘talla». Te has marchado, pero estarás siempre entre nosotros. Habrá otros Pedros, otros amigos, otros tallistas, pero otro PEDRO EL TALLISTA no lo veremos, el molde se ha marchado contigo. Allá donde estés, arropado por esos ángeles de tus carrozas, espéranos, guárdanos un sitio cerca de ti, pero sin prisa, nosotros tampoco la tenemos.

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