27.5 C
Yecla
domingo, 28 septiembre, 2025
spot_img

Yecla vista desde los caballitos de la Feria

Nada que ver la sociedad yeclana con la imagen que algunos partidos tratan de dar de nuestro pueblo por puro aprochemiento político

Antonio M. Quintanilla

Desde que dejamos de llevar a los hijos de la mano a la Feria (ese momento en el que te piden las llaves de casa para que puedan retirarse cuando les dé la gana), hemos vuelto en pocas ocasiones a la Feria y casi siempre solo a los puestos de comida o a las casetas de marcha. (El día que ya no tienes la obligación de acudir a las atracciones con tu prole descubres que Dios existe). Lo peor de tener la edad de los metales es envalentonarnos con acercarnos a la Feria después de cenar para luego tener que regresar a las tantas, tras el obligado reposo para degustar churros con chocolate y resuello. El agotamiento con el que nos encaminamos hacia casa de madrugada, teniendo que volver a recorrer el pueblo de punta a punta, arrastrando los pies, la vida y la mala conciencia hasta caer en busca del descanso eterno en la mortaja de nuestra cama, nos lleva a caminar como pisando cristales con los pies descalzos y el juanete en carne viva, entre espasmos y quejidos al más puro estilo de los zombis de Walking dead. (Este año no diré nada sobre que si regresara la Feria al centro de Yecla parecería que estuviéramos en la Feria del Albacete). Sigo por donde iba: tras muchos años de ausencia, esta Feria regresamos a los caballitos para ejercer por vez primera de abuelos con baberos incluidos.

Después de tanto tiempo, he recordado en vivo y en directo el monumental amontonamiento de gente que nos ‘arrejuntamos’ en la Feria y la misión imposible que resulta dar dos pasos sin detenerte a saludar a alguien. Como decíamos días atrás, la Feria de Yecla, más allá de la marcha nocturna, los conciertos o las atracciones, es sobre todo encuentro y reencuentro tras los días en los que durante las vacaciones, principalmente en agosto, ponemos tierra de por medio rumbo al monte, la playa o a donde más rabia le dé a cada uno. Pasear por la Feria es caer en la cuenta de la ingente diversidad de paisanos con los que convivimos en este pueblo. Cada uno con sus ideas, idearios e ideologías, sus creencias, convencimientos e ideales, sus firmezas e incertidumbres, y a la vez con sus planteamientos y opiniones tan homogéneas y antagonistas comparadas con cada convecino con el que te paras a charlar de nada y de todo un poco. Por eso digo que Yecla es la Feria y la Feria es Yecla, un reflejo a pies juntillas de cómo es Yecla: dispar y contradictoria pero en su gran mayoría civilizada y transigente a pesar de tantos contrastes de criterios con los que te cruzas paseando por la Feria… O sea, por suerte para Yecla, nada que ver con la imagen que de nosotros por puro aprovechamiento partidista tratan de dar algunos políticos que parece que se sientan mejor, y hasta se exciten, suponiéndonos enfrentados siempre a cara de perro. Todo lo contrario. Son muchas más, muchísimas más, las metas y retos que nos unen que los que nos separan. ¿Qué no estamos de acuerdo en muchos temas? ¿Qué cada cual piensa lo que quiere? Muy bien, yo que me alegro, ¿y qué? Pero de ahí a la imagen de extrema polarización que algunos quieren dar de Yecla va un larguísimo trecho. Tanto como de la Feria a la bendita mortaja de mi cama.

spot_img
spot_img

Más artículos

Artículos relacionados

spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

Últimos artículos