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martes, 29 julio, 2025
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Sobre la fiesta de graduación que no fue

Solamente los estudiantes que acaban sus carreras universitarias disfrutan de una más que merecida fiesta de graduación

Antonio M. Quintanilla

Quienes ya tenemos hijos en edad de merecer vivimos estas fechas con especial alivio recordando cuando llegaban el final de curso y las familias teníamos que hacer galimatías para compaginar (ahora se dice conciliar), las vacaciones de los colegios con los horarios y obligaciones del trabajo de los papás y las mamás. Campamentos y escuelas de verano, piscinas, campos de amigos y familiares, etcétera, que siempre terminaban implicando a los de siempre, o sea, echando manos de los abuelos. De pequeños, problemas pequeños y de mayores, problemas mayores. (Y cuando lo dice el refranero es porque es una verdad como un templo). Y entre esas preocupaciones que surgían conforme se hacían mayores, a mí siempre me ha causado desazón el hecho de que solamente los estudiantes que acaban sus carreras universitarias disfrutan de una más que merecida gala de graduación, con beca o banda al pecho y birrete incluidos para gozo, retozo y alborozo de padres, hermanos y abuelos. Nada que ver con los finales de los ciclos formativos de grado medio en la Formación Profesional. Por lo visto, aunque cada vez menos, continuamos arrastrando la mentalidad de muchos de nuestros padres que sentían una especie de vergüenza ajena o injustificable complejo de inferioridad si sus hijos decidían matricularse en lo que antes se llamaban escuelas de maestría o escuelas de artes y oficios para ponerse a trabajar cuanto antes.

Para que veamos lo equivocados que estábamos, y sirva como aplastante ejemplo, la industria del mueble, la construcción o el campo, la levantaron empresarios que dejaron sus estudios en cuanto aprendían a leer, escribir y sumar, y miremos hasta dónde han llegado. Menos mal que los tiempos han evolucionado y hoy empieza a ocurrir lo contrario. La mayoría de alumnos que termina un grado medio en dos años encuentra trabajo enseguida. No trato de comparar universidad y FP, ni mucho menos, que no se me malentienda. Solo trato de decir que nunca he comprendido porqué a los alumnos que terminan la FP se les despide con un adiós muy buenas y si te he visto no me acuerdo y (que yo sepa) no se les organiza ningún tipo de ceremonia de graduación o reconocimiento, aunque solo sea por aquello del refuerzo positivo en el que tanto insisten los psicólogos, pedagogos, orientadores, tutores y demás periféricos de los claustros docentes. (Y como padre de familia numerosa hablo por experiencia muy acumulada. Mi mujer y yo tenemos un máster cumlaude en educación infanto-juvenil). Por todo lo dicho atendí con mucha decepción la noticia de que se había anulado la fiesta de graduación organizada por el Ayuntamiento en la Plaza de Toros, “dirigida a todos los jóvenes a partir de 15 años de los centros educativos de Yecla que se gradúan este curso, así como a todos los familiares y amigos que deseen acompañarlos”, pero que se fue al traste ante la escasa aceptación que había tenido la venta anticipada de entradas. Creo que vale la pena darle las vueltas que hagan falta para volver a intentarlo una vez más, o dos, a ver si hay suerte y a la segunda o la tercera va la vencida.

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