Laura Ibáñez Ortega, 23 años, lleva dos años en Irlanda trabajando como au pair y como profesora. Su pasión por el inglés se acabó convirtiendo en la enseñanza de español.
Rematamos este 2025 con otra yeclana por el mundo, Laura Ibáñez Ortega (23 años), que lleva residiendo y trabajando en Irlanda los últimos dos años, aunque previamente también pasó una temporada en Alemania. Antes de lanzarse a explorar estos dos países europeos, debemos conocer de dónde proviene el gusto de Laura por los idiomas y, muy en especial, por el inglés. Cuando era niña y su nivel apenas llegaba al de principiante, descubrió que le encantaba escuchar canciones en inglés e intentar traducirlas por su cuenta: “Me resultaba muy fácil traducir la letra. Las canciones dieron paso a películas en versión original; de ahí, a leer libros en inglés… Y así con todo”.
Tras acabar el instituto, Laura ingresó en la Universidad de Murcia para cursar la carrera de Filología Inglesa, donde curiosamente surgió otro amor lingüístico: el alemán. Nos cuenta nuestra yeclana: “Elegí el alemán como optativa los dos primeros años de carrera, y descubrí que también se me daba genial”. Sin embargo, el tercer curso prescindía de esa asignatura, y Laura se quedó con la mosca detrás de la oreja. ¿Por qué no irse un año a Alemania para perfeccionar esta lengua? ¡Y para allá que se marchó! La estancia en el país germano revitalizó su pasión por el inglés, de modo que marcó la equis roja en su próximo destino: Irlanda. Una vez allí, Laura empezó a trabajar de au pair, al cuidado de los hijos de una familia a cambio de alojamiento y una paga. Después, una academia de Dublín contactó con ella y le ofreció un puesto de profesora de español, una oportunidad que Laura tomó sin pensar: “Aparte de conocer otros idiomas, también me encanta enseñar el mío a otras personas”. Así, pudo compaginar sus dos trabajos y alargar su estancia en un país que la tenía absolutamente cautivada.

Preguntada por los choques culturales que ha experimentado, Laura destaca la forma de comunicarse: “Lo que más he notado es la gestualidad. Los españoles hablamos mucho con las manos y aquí eso puede resultar hasta abrumador”; pero también ha notado cambios en otros aspectos: “Los irlandeses son demasiado puntuales y nosotros demasiado tardones. A veces, planeo una quedada y tengo que estar allí quince minutos antes para que no se vayan sin mí”, nos cuenta Laura entre risas. Además, nuestra entrevistada nos corrobora el estereotipo irlandés: “Mucho dicen de los españoles con la cerveza y el vino, pero aquí se beben las pintas de dos en dos”. Pese a todo, allí son muy amantes del deporte y apoyan mucho los pequeños eventos: “En el pueblecito donde vivo organizan maratones y también hay carteles en apoyo a equipos deportivos locales”. Otra gran diferencia que notó Laura involucra el clima: “Lo que más admiro de ellos es que, haga el tiempo que haga, sus planes continúan. En España, un día de lluvia nos arruina por completo”.
En lo que respecta al idioma, a ese inglés que a Laura tanto le fascina, ella reconoce que se hace complicado a veces: “El español corre por mis venas, y es cierto que para cada idioma tengo una personalidad distinta: cuando hablo inglés, estoy más cohibida y no hago tantas bromas, por ejemplo”. Aun así, el haber conocido a un chico irlandés, Dylan, la ha ayudado mucho a acostumbrarse: “No es lo mismo aprender un idioma en un aula que hablarlo como parte de tu rutina, y convivir con mi pareja ha sido un punto a favor de lo segundo”. Por otro lado, es bien sabido que una de las mayores preocupaciones de los jóvenes españoles es el acceso a la vivienda, y quisimos saber si en Irlanda sufren algo similar. Nos explica Laura: “Aquí tienen más o menos el mismo problema. Yo tengo la suerte de no pagar ningún alquiler gracias a mi trabajo de au pair, pero sé de gente que paga un dineral por vivir en pisos muy pequeños. Los estudios o las habitaciones individuales son muy difíciles de encontrar”.
Laura regresa a su Yecla natal cada tres o cuatro meses: “Siempre me reservo las Navidades y dos semanitas de verano para volver al pueblo, para ver a mi familia y mis amigos, aunque tampoco me pierdo ni San Isidro ni la feria”. La última (y reglamentaria) pregunta que le hacemos a Laura es: ¿se ve ella haciendo su vida en Irlanda?, y está convencida: “Mi sueño siempre ha sido vivir fuera de España y ahora, con la estabilidad que tengo y el camino que estoy emprendiendo, tengo claro que así será. Espero que la situación en nuestro país mejore, pero, visto lo visto, creo que en Irlanda puedo construir un futuro mucho más brillante que el que España pueda ofrecerme”.













