Cada una de las personas premiadas contribuye con su ejemplo a construir una Yecla más viva, más consciente de sí misma y de los valores que alberga
Antonio M. Quintanilla Puche
Dentro de quince días, el jueves 23 de octubre, volveremos a mirar hacia esas dos manos que dan forma a la escultura de los Premios SIETE DÍAS, creada por la artista plástica jumillana Asunción Fernández hace 25 años y que volverán a recoger los galardonados cuyos nombres desvelamos en este número. No es solo una figura ni son solo dos manos entrelazadas: para nosotros son un símbolo de unión. Tras casi 150 premios entregados desde primeros de este siglo XXI, esas dos manos resumen nuestra historia más reciente; son el reflejo de una alianza, de una conexión que ha tejido con firmeza el vínculo entre nuestro periódico y la sociedad yeclana que da sentido a nuestro trabajo. En tiempos donde lo efímero parece dominarlo todo, los “Premios Siete Días” nos recuerdan que hay iniciativas que perduran, que hay compromisos que no se desgastan sino todo lo contrario, que se fortalecen y consolidan con el paso del tiempo.
La escultura de las dos manos que representan los “Premios Siete Días” encarna la esencia de estos galardones: el reconocimiento público a quienes, desde distintos rincones de la sociedad yeclana, queremos porner en valor para que no pasen desapercibidos. Personas y entidades que, con su trabajo, su dedicación, su entrega y su visión de la realidad, nuestra realidad, han contribuido a construir una ciudad más viva, más consciente de sí misma y de los valores que alberga. Los “Premios Siete Días” no son solo un escaparate de logros y trayectorias. Son también de alguna manera, y de todas las maneras y principalmente una declaración de principios. Desde hace 25 años, en cada edición, nos detenemos a mirar a quienes nos hacen avanzar para no estancarnos, a quienes nos transforman, a quienes nos inspiran. La entrega de estos galardones es un acto de reconocimiento, de reafirmación: somos una sociedad que sabe agradecer, que sabe mirar con orgullo a sus referentes.
En este mundo que nos ha tocado en suerte, saturado de polarización, donde el mérito muchas veces se diluye entre tanto ruido y resplandores fugaces que duran menos que un suspiro, nacieron estos premios que venimos otorgando ininterrumpidamente desde hace un cuarto de siglo con la pretensión de que sean un ejercicio de memoria y de justicia. Porque reconocer nuestro pasado y nuestro presente es también contribuir a construir el día de mañana. Es decirle a las nuevas generaciones que el esfuerzo vale, que el compromiso deja huella, que el talento siempre se va a abrir paso entre nosotros. Así, cuando esas dos manos vuelvan a subir al escenario de nuestro Teatro Concha Segura el próximo jueves 23 de octubre, no estarán solas porque llevarán consigo el peso simbólico de una sociedad que celebra lo mejor de sí misma. Y todos quienes asistamos a arropar con nuestra presencia y nuestra ovación a los premiados de 2025, como parte de esta ciudad, estaremos allí para mostrar nuestra gratitud, para emocionarnos, para celebrarlo y, sobre todo, para seguir creyendo que hay personas en Yecla que, como esas manos, nos continúan uniendo.