Esa tranformación nos impulsa a continuar con nuevos proyectos que a la vez son nuevas razones para seguir adelante
Antonio M. Quintanilla Puche
Vamos a aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid para volver a hablar sobre el 25 aniversario del nacimiento de este periódico que estamos celebrando este año. Estrenamos el mes de octubre, y eso significa que ya solo nos quedan tres meses para mirarnos en el espejo. O sea, que pueden estar tranquilos porque en cuanto comience el próximo año ya no les daré la tabarra con este 25 aniversario. Hasta que llegue nuestro 30 cumpleaños. Acostumbra-dos durante todo este tiempo a hablar de los miles de yeclanos que en este cuarto de siglo han pasado por nuestras páginas, parece que nos cuesta más de la cuenta hablar de nosotros mismos aún a riesgo de pecar de presuntuosos. Pero estamos ya en esa edad en la que nos callamos pocas cosas convencidos de que lo que no nos digamos nosotros no va a venir nadie a decírnoslo. (Punto y aparte). Da vértigo mirar atrás y pensar dónde estábamos hace veinticinco años.
El calendario nos dice que han pasado dos décadas y media por mucho que nos resistamos a creerlo con la célebre escusa del “parece que fue ayer cuando empezamos”, pero de ese ayer han pasado ya 25 añazos. Si me permiten la siguiente cursilería les diré que éramos jóvenes y bellos (unos más que otros), con la vida por delante, con sueños aún sin pasar por la pila bautismal y un largo camino por recorrer en esta atolondrada aventura de la prensa local. Entre nosotros, algunos comenzaba a hacer sus pinitos, otros estaban enfrascados en formar una familia, otros simplemente vivían sin pensar demasiado en el futuro y otros hacíamos todo lo anterior al mismo tiempo. Hoy, aquel futuro que teníamos ante nosotros ya es nuestro presente, y el pasado es el baúl de los recuerdos de momentos vividos con quienes nos siguen acompañando en esta travesía y con quienes ya no estarán nunca a nuestro lado: amigos que se fueron, familiares que partieron, colaboradores que dejaron su huella al marcharse. Ahí están las páginas de nuestra hemeroteca en las que siempre permanecerá sus ingeniosas aportaciones a este periódico. Su ausencia es también parte de nuestra memoria y nuestro pasado. (Otro punto y aparte).
A lo largo de este cuarto de siglo hemos despedido a quienes nos acompañaron en los primeros tramos del camino. Algunos se fueron sin avisar, otros tras largas batallas. Nos dejaron lecciones, vivencias compartidas irrepetibles que al recordarlas a veces nos reconfortan y a veces se nos atragantan. Alguien sentenció que el tiempo no solo suma años, también resta presencias, por eso sentir vértigo al mirar atrás no es debilidad sino señal de que hemos vivido. Sin duda el tiempo nos ha cambiado como lo cambia todo. Pero sabemos que lo cambia todo porque aquí seguimos, porque de lo contrario no seríamos conscientes de esa tranformación que hoy nos impulsa a continuar con nuevos proyectos, que son a la vez nuevas razones para seguir adelante. Se lo debemos a estos 25 años que han transcurrido y a los que no podemos defraudar por lo que fuimos, por lo que somos y por todo lo que aún podemos ser. Y todo gracias únicamente a quien usted sabe de sobra.