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sábado, 27 septiembre, 2025
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Crónica de una Feria más

“Otra Feria más que acaba dando la vez a la siguiente, porque la cuestión es no parar el síntoma de que la vida continua, aun siendo según y cómo, pero seguimos contándolo”

Juan Muñoz Gil

La fiebre del sábado noche fue un aliciente vivido en el ultimo tercio del pasado siglo renovado ese impulsivo esparcimiento por el apacible tardeo hoy tan en boga. La bonanza económica disparó en aquellos tiempos ciertas actividades nocivas a limites extremos que fueron deteriorando la lozanía de los mas avezados, pero el buen hacer a que conduce la sensatez obligó a realizar cambios por exigencias de una salud complaciente y duradera. Salir y comunicarse, en todos los sentidos, ha sido y será la necesidad por excelencia del genero humano y siempre se buscará la ocasión para poder relacionarse y encadenar conversaciones, contando lo vivido y todavía mas lo figurado que cada cual es capaz de imaginar, y a Dios gracias, la malévola nocturnidad se está cambiando por el tapeo gastronómico a la luz del día.

El acontecimiento mas multitudinario de la Feria en este año, sin duda alguna ha sido la Caseta del Niño Jesús, donde las colas para degustar sus ofertas, como gachasmigas, tortas fritas y ni se sabe, acudiendo la gente en masa y ocupando todas las mesas durante las tardes-noches de la Feria, evento que obliga a comentar a quienes la visitan elogiando la ocurrencia de su Párroco D. Asensio, atareado en la porfía de obtener peculio contante y sonante con que hacer frente al elevado coste que supuso la restauración y saneamiento de la Iglesia del Niño Jesús que regenta como Cura-Párroco. La agudeza de su ingenio fue corroborada por una ristra de más de cincuenta voluntarios, imprescindibles para llevar a buen término la misión acometida, espontaneidad que esa cualidad de amigo y mentor del sacerdote ha sabido inculcar en sus seguidores desviviéndose en este caso por contribuir en tal obra recaudatoria para un fin tan encomiable. En tiempos de un pasado reciente fueron muchas las formaciones, banderías o partidos políticos, que en los primeros años de la Democracia montaban entonces casetas de Feria, hoy desaparecidos al perderse la animosa ilusión capaz de motivar a la gente, como ahora ocurre con este proyecto fomentado por la ocurrencia de un Cura que ha sabido seducir a sus acólitos por su magnificencia y prodigalidad afectiva, como también dispensaban en el pasado aquellos desaparecidos lideres que aglutinaban ideas representando arquetipos encuadrados en un bien comunitario, hoy en el baúl de los recuerdos, e imposible retomar esa forma de financiación tan meritoria al precisar de una mano de obra voluntaria sin percibir emolumento alguno, pero sabiendo, como se sabe, que sus mentores actúan embolsándose todo lo habido y por haber, se anula la voluntad de ese colectivo humanitario, generoso y benefactor.

La improvisada afluencia multitudinaria, como en tantas otras celebraciones y fiestas generalmente transcurre de manera armoniosa y afable, donde gentes que no se veían hacia ya tiempo, se saludan, rememoran una pasada relación, interpelan por la salud en ciernes y cuentan las vicisitudes vividas durante ese tiempo en blanco que por contingencias dispares en el diario existir les distanció. Ese aliciente de satisfacción en los encuentros, ya ocurría antiguamente, fuesen creyentes o no, al asistir a la misa de 12 los domingos pensando en la relación social tan placentera que se fomentaba en el atrio de las iglesias entre los asistentes a la salida de la celebración dominical. Y como decía Santa Teresa “entre los pucheros también anda el Señor”, porque la espiritualidad y el idealismo no sólo se han de limitar a lo extraordinario, sino que en el entorno cotidiano y familiar es donde suele germinar la vasta y prolífica armonía universal humana. .

Como es natural, tampoco faltan en estos días festeros otros masivos acontecimientos, donde los jóvenes retozan aunque motivados por la reacción multidisciplinar de todos al unísono, como inducidos por una corriente descontrolada tras la tormenta generada en un escenario. Y sin faltar la sana ilusión de los niños, espectadores por excelencia de esta fiesta, aunque disgustando cada año más a padres y abuelos por el encarecimiento de los tiques para las ruedas y otros artilugios mecánicos.

En fin, otra Feria más que acaba dando la vez a la siguiente, porque la cuestión es no parar el síntoma de que la vida continua, aun siendo según y cómo, pero seguimos contándolo.

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