ENTREVISTA: Javier Hernández Díaz, profesor yeclano en Teherán
Este yeclano, que lleva casi una década viviendo en la capital iraní, fue uno de los casi 50 evacuados por la Embajada de España en Teherán. A su llegada a Yecla, visitó nuestra redacción y compartió estos caóticos días vividos hasta su regreso.
Alex Delegido
¿Cuándo fue consciente de la situación y de que se iniciaba un conflicto bélico?
Me desperté con un ruido ensordecedor en plena madrugada del 13 de junio. Yo estaba siguiendo de cerca las conversaciones entre Israel e Irán y nunca pensé que pudiera haber un ataque antes del fin de las negociaciones. Al poco rato se confirmó el ataque israelí y el asesinato de varios altos cargos de la Guardia Revolucionaria de Irán. Ya el día 14 se intensificaron los ataques y yo supe que tenía que salir de mi piso, porque tengo cerca los Ministerios del Petróleo, de Minas… El día 15 , a través de una amiga que trabaja allí, pude ser acogido en la Embajada de Nicaragua. Al día siguiente, volví a casa, donde había dejado preparada una maleta y me quedé en casa de un amigo, que vive en la zona Norte, más alejada del centro de Teherán. Fue entonces cuando Donald Trump aconsejó evacuar Teherán, lo cual es una locura, porque estamos hablando de una ciudad de muchos millones de habitantes. Y mi amigo me ofreció salir de Teherán con él y con sus familiares .
¿Cómo fue la salida de Teherán y en qué lugar de Irán buscó refugio ?
Fuimos en dirección a Gorgán, en la zona oriental de la ribera del Mar Caspio, pero la salida de Teherán fue caótica… Con colas kilométricas en las gasolineras para poner combustible.. Cuando logramos llegar a Gorgán, empezaron a fallar los bancos, las transacciones económicas… Y un día y medio después de estar allí, la Embajada española se puso en contacto conmigo para saber si estaba interesado en formar parte del plan de evacuación. Y acepté.
¿Cómo organizó la Embajada española la salida de Irán del grupo de españoles entre los que estaba usted? ¿Cuándo llegó a España?
Primero tuve que volver de Gorgán a Teherán, puesto que la evacuación se iba a poner en marcha desde allí. Un conductor de taxi me llevó y tuvimos que pasar montones de controles de las milicias iraníes con registros exhaustivos. Finalmente, este conductor de taxi pude dejarme en la zona sur de Teherán. Allí me recogió un amigo que me llevó a la residencia del embajador de España en Irán. El jueves 19 de junio nos evacuaron desde la residencia del embajador, a un total de 47 personas. Quiero agradecer al embajador, Antonio Sánchez Benedito y al cónsul, Jaime González Castaño, su exquisita atención así como a todo el personal de la Embajada. Salimos en tres autobuses hasta la frontera con Armenia, con el cónsul viajando con nosotros en un coche diplomático. En Armenia, donde España no tiene embajada, nos atendió personal español con pasaporte diplomático y nos llevaron en un trayecto de otras 16 horas hasta la capital, Ereván… El avión del Ejército español que nos tenía que llevar a España estaba en Turquía y dada la mala relación de Armenia y Turquía, tuvimos que esperar otras diez horas hasta que las gestiones del Gobierno fructificaran. Finalmente, la mediación tuvo éxito y el avión militar nos llevó a Torrejón de Ardoz, donde llegamos el viernes 20 de junio y nos recibió la ministra de Defensa, Margarita Robles que fue hablando con nosotros uno por uno. Agradezco también el trato del personal militar y el interés de la ministra. Me quedé un par de días en Madrid en casa de un amigo y llegué a Yecla el domingo.
Estando ya en España, Estados Unidos entraba en el conflicto. Aunque ahora hay un alto el fuego ¿Cómo ve la situación y qué cree que va a pasar?
Es impredecible lo que pueda pasar, porque este ataque lo llevan a cabo dos gobernantes impredecibles como son Netanyahu y Trump, pero espero que se llegue a un acuerdo para que en Irán no se repita lo de Siria, Afganistán o Irak. No hay que olvidar que Israel ha empezado esta escalada bélica unilateralmente y ellos mismos, los que han iniciado este conflicto, no saben lo que puede ocurrir. Tengo claro que el pueblo iraní no se merece esto. Es un pueblo educado, lleno de gente culta, buena y generosa que no deben sufrir esto.
Lleva casi una década viviendo en Irán y dando clase en la Universidad pública de Teherán… ¿Quiere volver va a explorar otras opciones profesionales en España o en otros países?
La iranología, el campo formativo al que me dedico, no tiene futuro en España. Pese al miedo, al susto y a salir casi con lo puesto, espero poder volver a Irán cuanto antes, siempre que se den las condiciones de seguridad, claro… Me gustaría volver en septiembre, para empezar el curso. Pero es prematuro hacer planes, claro..
¿Cómo es la situación de sus compañeros de la Universidad y los alumnos en estos momentos?
La mayoría de mis alumnos han regresado a sus localidades de origen, fuera de Teherán. Son todos muy generosos, pues antes de salir de Irán muchos me ofrecieron ir con ellos a sus pueblos o ciudades natales. Están a salvo pero tristes y preocupados, como es lógico. Están deseando continuar con sus estudios en paz, sin esta amenaza y en cuanto a los profesores están bien. Hay un compañero italiano que también ha vuelto a su país.
Su familia se sentirá muy aliviada …
Mi hermana Carolina estuvo siempre informada y el reencuentro con ella y con toda la familia ha sido muy feliz. Podremos pasar tiempo juntos en Yecla este verano aunque yo estaré trabajando en mis proyectos editoriales, sobre el sufismo persa, o la antología de poesía persa contemporánea y también iré a Madrid, a participar en unos cursos de la Universidad Autónoma.
No podemos despedirnos sin hablar de su padre, nuestro colaborador, Alfonso Hernández, del que se ha cumplido un año de su fallecimiento…
Recuerdo a mi padre con mucho cariño y muy satisfecho por su legado en Yecla y Almansa. Me hizo muy feliz la publicación de su libro sobre el centenario de la coronación de la Patrona de Almansa, en cuya presentación pude participar a través de un vídeo. Y seguimos trabajando para poder editar su trabajo inédito sobre el fútbol en Yecla de cara a un futuro.