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domingo, 22 junio, 2025
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Los recuerdos dejados por Pascual Ibáñez

José Puche Forte

Hace tan sólo unos cuantos días falleció Pascual Ibáñez Navarro. Un hombre especializado en el arte de tallar la madera, hoy desaparecido, y al que dedicó la mayor parte de su vida. Pascual era una gran persona, muy apreciada en el pueblo por su forma de ser, abierta y campechana. Mi amistad con él fue de toda la vida y hoy, al recordarlo, fluyen a mi mente gran cantidad de vivencias que permanece ancladas en el tiempo. Vuelven a mi cabeza aquellos inocentes años de la infancia y la niñez, cuando nos juntábamos en pandilla en la calle de San Pascual para recrearnos en aquellos juegos ya perdidos de la trompa, la lima, el tranco, el escondite y otros muchos, o deleitarnos con aquellos juegos de corro en los que los niños y las niñas nos divertíamos y hacíamos amistad. También leyendo aquellos atrayentes tebeos de aventuras que llenaban nuestras pequeñas mentes de fantasía, haciendo que nos sintiéramos héroes y de aquellos años escolares, tan diferentes a los de ahora.

Pasaron los años y se fueron forjando nuestras primeras inquietudes y aficiones juveniles vividas por el grupo de amigos que acostumbrábamos a reunirnos de los que aún conservo viejas fotografías. Una de aquellas inclinaciones que nos atrajo fue nuestra afición por el dibujo en el que nos inició don Manuel Maruenda en la década de los años 50 del pasado siglo, en aquella pequeña escuela situada en ‘las falsas’ de lo que fue el ‘Frente de Juventudes’. Allí fuimos aprendiendo copiando aquellas láminas de Emilio Freixas y dibujando del natural aquellas figuras de escayola. Me acuerdo que tú sentías una gran afición por los dibujos de ornamentación que recogían algunas de aquellas láminas y se te daba muy bien su realización. Tal vez fue esto lo que te llevó a iniciarte en el oficio de la talla. Don Manuel fue un maestro que dejó huella y supo encauzarnos por el camino del arte del dibujo. También fue un gran conocedor del diseño del mueble y de la práctica de la ebanistería. El número de alumnos que por allí pasamos superaba la treintena. Algo más tarde, allá por 1961, volvíamos a coincidir en aquella escuela de modelado en barro y vaciado de escayola dirigida por Pedro Ortega en el desparecido Colegio de Escuelas Pías.

Esto fue posible gracias a un grupo de entusiastas encabezados por don Manuel Maruenda, que siguió con la escuela de dibujo. Aurelio Roses impartía diseño de muebles y había una colaboración especial de Fernando Carpena que daba clase de pintura. En el curso de 1961 se matricularon un total de 53 alumnos. En la escuela de modelado de Pedro nos matriculamos nueve, siete alumnos y dos alumnas. Pedro nos inició en el arte de la escultura modelando figuras de barro y aprendiendo a amasar este para que no cogiese burbujas. De nuestras manos fueron saliendo obras que nos sorprendieron. Algunas de estas las pasamos a escayola y aprendimos a realizar los vaciados. Algunos de los alumnos aún guardamos como recuerdo los trabajos allí realizados. Seguimos con más éxito el curso de 1962, pero al final de este, aquellas escuelas dejaron de funcionar.

Por los avatares de la vida nos fuimos separando, sin perder nuestra amistad, cada uno seguíamos con nuestra marcha. Pero pasados algunos años, nos volvimos a reunir de nuevo con todos los que habíamos sido alumnos en la Escuela de Dibujo de don Manuel para hacerle un homenaje por lo que un día nos enseñó. Después de varias reuniones llegamos a juntarnos más de 50 personas. El 2 de octubre de 2004 fue el día elegido. Se montó una exposición en el Auditorio con los dibujos que guardábamos de aquella vieja escuela y lo celebramos con una comida en el Hostal Avenida. Ese día lo vimos feliz al verse rodeado de sus antiguos alumnos. Como recuerdo queda la fotografía que ilustra este artículo.

Años después nos volvimos a reunir de nuevo para homenajear a Pedro Ortega ‘el Tallista’, el 31 de marzo de 2007. En este acto nos juntamos todos los que habíamos trabajado en su taller rodeados de familiares y amigos. Se hizo una exposición con sus trabajos en la Casa Municipal de Cultura y también lo celebramos con una comida en el Hostal Avenida. Fue este uno de esos actos emotivos, celebrado en vida, de los que perduran en el recuerdo. Don Manuel y Pedro fueron para nosotros dos maestros que nos ayudaron abriéndonos camino en la vida, a los que siempre les estaremos agradecidos.

Fue pasando el tiempo y después de una larga vida laboral llegó el momento de nuestra jubilación. Esto hizo que nos viéramos más a menudo y habláramos de nuestras aficiones. Tú seguiste practicando la talla, pero haciendo con las gubias y la madera lo que nos habías podido hacer antes, ya que todo tallista lleva dentro en potencia a un escultor y ahora eras libre para realizar con dichas herramientas aquello que te gustaba. Pascual, que descubrió tardíamente su verdadera vocación, se puso a realizar paneles con imágenes y temas paisajísticos, representando obra de Murillo, escenas costumbristas y hasta la Virgen del Castillo. Su habilidad y su conocimiento del dibujo se lo permitían y ahora tenía todo el tiempo que antes no tuvo para realizar su obra.

Un día me dijo que pensaba realizar una exposición con todos sus trabajos y yo gustoso me presté a presentársela. Esta se llevó a cabo en la sede de la Asociación de Mayordomos del 21 al 29 de junio de 2014. La hizo junto con su nieto, José Azorín Ibáñez, con su primera exposición de fotografía, por la que siente gran afición. Esto fue para Pascual, motivo de orgullo y regocijo, el exponer su obra junto a la de su nieto. Tuvo con ella un gran éxito y fue muy visitada por el público. Para mí fue muy emotiva la tarde de la inauguración y se me quedó impresa una frase que aparece en el catálogo, la cual expresa: “uno recuerda con aprecio a sus maestros brillantes, pero con gratitud a aquellos que tocaron nuestros sentimientos”,

Pascual ha sido para mí, una excelente persona, sincera y responsable. He sentido mucha tu pérdida. Tu amistad y los buenos ratos pasados siempre permanecerán en mi recuerdo. Mi más sentida condolencia a tu apenada esposa, hijos, nietos y hermanos. Siempre sentiremos tu pérdida.

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