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domingo, 15 junio, 2025
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Mi apoyo sin fisuras a Mierdaseca

La nueva asociación canina ha elevado un suplicatorio al Ayuntamiento para que incrementen las multas a los amos guarrindongos

Hace tiempo que no les hablo de Mierdaseca, el perro que trajo la alegría desmedida, el gozo sin paragón, a nuestra casa tras rescatarlo de la calle en una fría noche de invierno. Eso nos pasa por salir de farra una fría noche de invierno en lugar de quedarnos en casa al calor de la leña o al calor del amor en un bar. Al principio Mierdaseca provocó muchas discusiones entre nosotros pero finalmente llegamos a un consenso en todo lo referente a su cuidado y mantenimiento. Mantuvimos un amplio debate para repartir las responsabilidades y atenciones que debíamos dispensarle al nuevo miembro de nuestra unidad familiar. Desde el primer momento yo puse como condición innegociable que me comprometía bajo juramento a quedarme al cuidado de Mierdaseca siempre que fuera necesario (y no hubiera más remedio), pero que me negaba en rotundo a sacarlo a la calle a hacer sus necesidades porque eso de recoger sus cacas del suelo es superior a mis fuerzas. Hay cerullos que parecen esos misiles de la guerra que aparecen sin explotar en medio de un bancal. Todos tenemos nuestras líneas rojas perrunas y yo siempre he pensado que tener un perro en casa es un suplicio del quince para el desdichado animal.

El mejor sitio para los perros es el campo donde retocen y vivan conforme a su condición. Para los animales es inhumano convivir entre humanos, enclaustrados, enjaulados, castrados, vasectomizados, esterilizados… Piensen por un instante en los humanos a los que los monos y gorilas trataron con la misma crueldad cuando conquistaron el Planeta de los Simios. Pongámonos en su lugar. Lo que pasa es que los humanos somos muy egoístas y nos aprovechamos de que los animales no pueden hablarnos. Por eso pensamos que ellos se lo pasan cojonudamente con nosotros porque nosotros nos lo pasamos cojonudamente con ellos. Pero lo que yo diga que no valga para nada porque al final cada cual hace en su casa lo que le da la real gana. Pero la calle la compartimos entre todos, de ahí que nos cabrea tanto ver a dueños de perros tan cochinos y guarrindongos. Por eso le doy la razón a Mierdaseca y apoyo sin fisuras la iniciativa que ha tenido junto a los demás perros del vecindario de crear una asociación canina para limpiar la mala reputación que tienen los perros cuando la culpa de tanta suciedad la tienen únicamente los marranos de sus amos.

Los perros están hasta el hocico y las orejas de que siempre les echen a ellos las culpas de los excrementos que tenemos que esquivar para no llevarnos el pringue a casa pegado a la suela del zapato. La nueva asociación en defensa de la honra, dignidad y buena imagen de los perros, que acaba de elegir a Mierdaseca de presidente, ha elevado un suplicatorio al Ayuntamiento para que incremente las multas, castigos, pescozones, y demás correctivos a quienes no recojan las heces. Mierdaseca y los de su raza son conscientes de que es la mejor solución ya que es imposible poner un Policía en cada esquina para sancionar a los amos que tienen la pachorra de dejar plantadas las deposiciones perrunas. Sin duda una iniciativa que apoyará el Pleno por mayoría.

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