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Yecla
sábado, 17 mayo, 2025
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Fiesta isidriaca

Juan Muñoz Gil

Esta Fiesta tradicional nuestra tan arraigada en el consciente colectivo yeclano es debida a la connotación agrícola que supuso para Yecla, concretamente en un reciente pasado, su actividad económica por excelencia hasta que la evolución a partir de mediados del siglo XX de la industria mueblística relegó la función agraria a cotas secundarias, inclinándose las nuevas generaciones  por trabajos totalmente distintos al que durante siempre realizaron  sus predecesores, quedando la agricultura exclusivamente como una secuencia lejana de lo que fue  en nuestra localidad y antaño realizada por una mayoría de sus habitantes, por lo que esta celebración Isidríaca es el loable recordatorio de la dedicación, extremadamente laboriosa y agotadora de nuestros ancestros, haciendo frente a las penosas labores que el campo requería, laboriosidad continuada época tras época alternando los cultivos acordes en cada momento preciso. Así era “la siega”, bregando en plena canícula lo que suponía un esfuerzo sobrehumano seguido de la trilla, aventar la mies y de madrugada recoger la paja con la complementaria colación del riguroso mantecado y copa de anís para limpiar al menos la garraspera que el polvo y las glumas volutas adheridas a todo el cuerpo ocasionaban.

La recolección de “la aceituna”, soportada a la intemperie de gélidas temperaturas sin posibilidad de pausas, a pesar de los intensos fríos que había que encarar si o si, esperando al rapaz de turno que aportase las piedras calientes para desentumecer los dedos.” La siembra”, a realizar en su momento preciso tras el acondicionamiento un año antes del barbecho para que la simiente se pudiese acomodar adecuadamente y fructificar en la plenitud sus frutos.” La vendimia”, tras la previa poda, muñida, desberbaja, que venía a ser, a pesar de la fatigosa postura hora tras hora agachados cortando las uvas de cepas centenarias, la labor más esperada por ser la cosecha con cuyos beneficios se podrían pagar los plazos de las deudas pendientes, los abonos, reparación de aperos y hasta el casamiento de algún que otro vástago núbil de la familia.

La Fiesta Patronal Isidriaca motiva la ocasión de armonizar una relación entrañable entre vecinos o amigos reunidos en la creación de una de las tantas  carrozas o simple carreta, engalanadas para poder desfilar en la Cabalgata conmemorativa anual en la celebración del Santo Patrón, y aprovechar la ocasión para proclamar una crítica constructiva y no menos irónica censurando el abandono que sufre el campo ante las pésimas gestiones gubernativas desde siempre, y que cualquier pariente o amigo de agricultores nunca ha dejado de escuchar en el entorno del agro yeclano lamentos repetidos por padres y abuelos, de ahí la cantidad de tierras yermas que se pueden observar, concretamente en nuestro término municipal, al resultar al día de hoy imposible afrontar su cultivo frente a las trabas  e imposiciones en todos los ámbitos posibles recaudables, complicando todavía más su colateral desarrollo de aquella manera que siempre evolucionó la agricultura en Yecla.

No por ello las féminas locales dejaran de seguir luciendo sus encantos ataviadas con el tradicional traje de labradora, ensalzando la personalidad y tronío de lo que siempre ha hecho gala la mujer yeclana, Y de nuevo, volverán a salir desfilando acompañadas de sus hombres, desde siempre respetuosos con el entorno, bendiciendo a los cielos por ser las fuentes de toda ventura a quien rendir pleitesía como así lo hicieron sus ancestros generación tras generación, reflejando sus caras una satisfacción, generosidad y tolerancia sin apartarse de la dignidad que ha caracterizado desde siempre al agricultor yeclano.

Esa evolución natural que el mundo viene generando ante un cambio continuo difícil de encarar, viéndonos obligados a alterar nuestras vivencias frente a  situaciones imprevisibles, que la mayoría de las veces rompen el hilo de una  existencia programada de antemano y perfilada según esa pedagogía familiar e intimista que dificulta acomodarse a los tiempos nuevos, y resulta esta Fiesta la esencia viva que como tal se prodigó logrando mantener fehaciente la idiosincrasia de un pueblo, que es así, con sus pros y contras, según esbozaron las gentes que nos precedieron sin que haya nada que borre sus recuerdos, entre tantos otros, el tan entrañable de las vivencias en aquella enormes cocinas al calor de la lumbre, donde se comentaban los problemas, se relataban historias, se hablaba, se reía, en tanto duraba el aceite del candil o el fuego en hogar, y a ello contribuye sin faltar a su cita cada año, esta Fiesta local Isidriaca.

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