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LOS PANES BENDITOS DE SAN BLAS

José Puche Forte

Cada pueblo tiene sus tradiciones y festejos. La mayoría de ellos están ligados a la Virgen y a los Santos. Algunos tan arraigados desde la antigüedad que llegan a hacerse famosos y populares con el tiempo y forman parte de la distinción de unos pueblos con otros, debido a su carácter festivo. Puede que uno de los que cuenten entre los más famosos y populares sean los dedicados a San Blas, el 3 de febrero, ya que se celebran en gran parte de los pueblos de España, a pesar de ser una de las figuras históricamente más imprecisas. Pero a nivel popular goza de gran renombre. En Yecla se le tiene una gran simpatía y una arraigada tradición y sus fiestas se han hecho muy famosas debido a los ‘panes benditos’.

Se cree que San Blas vivió durante el periodo de los emperadores Licinio y Diocleciano (245 al 324). Cuentan que era un hombre recto y piadoso y fue elegido obispo de su ciudad, Sebaste (Capadocia) por aclamación. Al parecer no tuvo mucho contacto con su comunidad de fieles ya que se prefería retirarse a vivir a las montañas. Cuando empezaron las persecuciones romanas se retiró a una cueva y adoptó la forma de vivir de los ermitaños. Allí curaba a personas y animales, por lo que se le adjudicó la profesión de médico. Fue descubierto y encarcelado y en la prisión seguía curando. El gobernador de aquella zona agrícola, furioso, ordenó que fuera lanzado a un lago para que se ahogara. Pero parecer que Blas salió a la superficie y se alejó andando sobre las aguas y que un ángel le pidió que regresara a la orilla para sufrir su martirio. Dice que lo colgaron de una polea y que desgarraron sus carnes con unos rastrillos de hierro y que unas mujeres recogieron su sangre. Acabaron decapitándolo y junto a él sufrieron martirio algunas mujeres y niños.
Es considerado uno de los grandes santos sanadores.

El hecho que más se le atribuye es el haber sacado una espina de pescado de la garganta de un niño, para lo que utilizó dos cirios que llevaba su madre a la Candelaria, con los que hizo una cruz sobre la garganta del pequeño. También devolvió a una anciana un cerdo al que un lobo quería devorar, que era lo único que ella tenía. Para realizar su advocación se lleva a cabo un ritual simbólico que él mismo explicó, los que recogen sus principales milagros. Se bendice la garganta con dos velas cruzadas. Para propiciar una buena cosecha hay que bendecir la semilla. San Blas ha llegado a ser uno de los santos más populares. Sus dotes curativas están vinculadas con lo rural, lo que explica la gran difusión de la vida de este personaje que es venerado en muchos países, entre ellos España, siendo numerosos los festejos en su honor. Entre ellos, los celebrados en nuestro pueblo.

Las fiestas en honor a San Blas son una de las más antiguas y populares. Al parecer ya se celebraban en Yecla a mediados de 1500. Sobre 1639 San Blas fue considerado por algunos como ‘Patrón de la villa’. En el siglo XVIII se constituyó su cofradía y en los aledaños de la Iglesia Vieja se hizo una hornacina en donde se colocó su imagen y en la víspera se encendían hogueras. Tradición que aún perdura.

En lo que se refiere a la tradición de los ‘panes benditos’ no se sabe con certeza el año. Pero posiblemente arranque de mediados de la centuria de 1700. Estas fiestas siempre tuvieron sus mayordomos, los que en el día del Santo, sacan en andas un gran pan en procesión que acostumbra a tener ‘tres pisos’. Antiguamente solo era un gran pan. Este va adornado con las típicas ‘pajaricas’ y está coronado por una pequeña imagen de San Blas. Tras el pan del Mayordomo desfilan gran cantidad de niños y personas mayores que portan pequeños y vistosos panes y durante el recorrido, algunos niños no pueden aguantar la tentación de mordisquearlos antes de que la procesión con la imagen de San Blas llegue a la iglesia. Han habido años que se han llegado a elaborar más de 10.000 panes. Muchos de ellos se envían fuera de Yecla a familiares y yeclanos ausentes. Las ‘pajaricas’ que adornan estos panes se hacen artesanalmente con masa de harina y se cuecen formando caprichosas figuras que lo adornan como pájaros, serpientes enrolladas en pajas que son clavadas en los panes. Antiguamente estos panes eran elaborados de forma artesana por las mujeres en los hornos. Los ingredientes son : harina, aceite, azúcar, raspadura de limón, leche y levadura. Se le dan caprichosas formas, se pinta con huevo y se introduce en el horno. En la actualidad se compran por encargo. Al ser San Blas abogado de los males de garganta es costumbre el rezar un Padre Nuestro antes de comerlo una vez bendecido. También se les da a los animales. Antaño, se acostumbraba a partir el pan del Mayordomo en pequeños trozos y repartirlos en la iglesia entre los asistentes al acabar la ceremonia.

En cuanto a los actos de la tarde que alegran y completan estos festejos, antiguamente eran muy diferentes a los de hoy, pues participaban personas mayores. Hoy son niños. Los actos se abrían con un pasacalle. El que lo encabezaba, llevaba a modo de estandarte una gran sartén con monedas pegadas. Por aquellos años era costumbre poner en lo alto de la cucaña un pollo atado, una manta o un sobre con algo de dinero. Aquellos eran años de gran pobreza. Por el palo, bien enjabonado, era difícil subir. Si alguno no podía, se les amañaba ayudándose de una soga de esparto o echando arena al palo. Eran hombres ya granados y con necesidad de dinero. La carrera más larga era subir desde el jardín a la Iglesia Vieja y como premio tres o cuatro pesetas, allá por 1898.

En la Corredera se hacían tres carreras, la más corta era subir por la calle La Morera hasta la hornacina de San Blas. En esta participaban los más viejos. Las de saco casi no se hacían. Acabadas estas, ponían una cuerda desde un balcón a otro cruzando la calle con la sartén colgada, bien tiznada y con monedas pegadas. Encima de una mesa y de una silla subía el concursante y con las manos a la espalda, debía de arrancar las monedas con la boca, acabando con la cara tiznada. En la rotura de la olla y en el chocolate se recuerdan como participantes al ‘Sordo de la plaza’, al Lorza, al célebre ‘Mortero’ y a otros. El dinero que les daban se lo repartían. Así eran estos festejos en honor a San Blas.

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