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sábado, 14 diciembre, 2024
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SIRIA – TURQUÍA – YECLA (Y VICEVERSA)

Llámelo solidaridad, caridad, compasión, humanidad, pero nunca como hasta hoy esos países habían estado tan cerca de nuestro pueblo

Piense bien lo que le voy a decir a ver si me entiende. Perdón, quería decir a ver si me explico. Un profesor que tuve hace muchos años me quitó la fea costumbre de preguntar “¿me entiendes?” cuando mantenemos una conversación con alguien. Lo correcto es preguntar “¿me explico?”. Si no corregimos tan descortés hábito corremos el riesgo de que ese alguien nos responda: “Claro que te entiendo porque no soy tonto. A lo mejor el tonto eres tú porque no te sabes explicar y por eso no te entiendo”. ¿Me explico? Ya he perdido la cuenta de las veces que en estas líneas habré recordado a aquel profesor sacerdote de los Salesianos de Estrecho, en Madrid. Y enlazando, enlazando… También recuerdo el eslogan salesiano del Domund, el día mundial de las misiones, cuando salíamos por la calle a pedir dinero con huchas de cerámica que tenían cara de niños chinos, negros, indios: “Una peseta no es dinero pero ayuda a un misionero”. No piense que me he salido del tema o que se me ha ido la olla más de lo habitual.

De todos los temas ‘made in Yecla’ que podíamos tocar esta semana, el más local, el más próximo, el que más nos atañe y más cerca nos toca es el de la tragedia que están viviendo en Siria y Turquía desde que fueron zarandeadas sin piedad por un terremoto y sus dramáticas réplicas. Suelo comer viendo los telediarios y estos días los veo con la voz muy baja. Basta con mirar las imágenes para sentir en propia carne el horror que están viviendo aquellas gentes mientras continúan localizando miles y miles de muertos bajo las ruinas. La destrucción, los escombros y los muertos de Ucrania los ha provocado el hombre, en este caso un despojo de hombre. La destrucción, los escombros y los muertos de Siria y Turquía son obra de la naturaleza. Aún así, a pesar de los muertos en un sitio y en otro, aunque no sean catástrofes comparables al menos nos sirven para ofrecernos un retrato tristemente realista de lo insignificantes que podemos llegar a ser cuando la madre naturaleza o la naturaleza humana sacan los colmillos como bestias despiadadas.

Y por si todavía no he sido capaz de explicarme y usted sigue sin entenderme, esa misma naturaleza humana por suerte tiene otra cara que es la que tenemos que sacar a relucir ahora en Yecla: toca arrimar el hombro en la medida de nuestras posibilidades, aunque solo sea para poder dormir tranquilos o para poner nuestra mala conciencia a salvo. Sin movernos de donde estemos ahora, desde nuestro móvil, tenemos números de cuenta, teléfonos 900, Bizum, SMS para poder donar en segundos. Llámelo solidaridad, caridad, compasión, humanidad o como más rabia le dé. Por eso he comenzado diciendo que piense bien lo que le voy a decir: de todos los temas locales de los que hoy podríamos hablar, el que nos toca más la fibra como yeclanos es el del espantoso terremoto. Nos separan unos 4.500 kilómetros de Siria y Turquía pero nunca como hasta ahora habían estado tan cerca de Yecla.

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