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viernes, 29 marzo, 2024
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Mirar para otro lado

Parece que hablamos de marcianos y, sin embargo, los tenemos muy cerca. Lamentamos esa situación, pero no hacemos nada al respecto… ¿Y qué podemos hacer?, me preguntan. Debemos movilizarnos con todos los medios a nuestro alcance, les respondo, para denunciar esa aberración, y evitar que se normalice ese país a nivel político y económico.

En la actualidad, es evidente que las diferencias biológicas no tienen nada que ver con las diferencias intelectuales. No obstante, en medio mundo se niega esa evidencia y se considera a las mujeres seres inferiores. Hablo de la mayoría de los países musulmanes y en concreto de Afganistán.

Aunque en general las religiones han tratado siempre mal a las mujeres y salvo honrosas excepciones no les han dejado sitio, en el pasado la musulmana era una religión tolerante con las mujeres. Hoy en día, sin embargo, prima en ella la intolerancia, el fanatismo, y el sometimiento de la mujer hacia la esclavitud.

El deseo de estudiar y aprender es consustancial al ser humano, pero hoy se les niega a las afganas. ¿Y si fuera al revés? Que fueran los hombres quienes tuvieran prohibido estudiar y aprender y hubieran de quedarse al cuidado del hogar y de los hijos, subordinados además al capricho de sus esposas. ¿Y si para salir de casa tuvieran que hacerlo acompañados por alguna mujer de la familia? Y, por supuesto, que no se les ocurriera mirar a ninguna otra mujer, porque eso conllevaría un castigo terrible, incluso la muerte. ¿Qué pasaría si una simple acusación de su mujer, harta de él, o tal vez con idea de sustituirlo por otro, bastase para que le pegasen un tiro en la cabeza en plena calle y sin juicio previo?

Lo alarmante es que seamos las mujeres de mi generación, quienes tuvimos que luchar a brazo partido para hacernos hueco en una sociedad de hombres, quienes estemos reaccionando ahora frente a tal brutalidad e injusticia mientras que las jóvenes herederas nuestras permanecen calladas e inertes.

La sororidad, hermanas, es algo que está por encima de las distancias geográficas y de las diferencias sociales y culturales. La sororidad es algo que nos engloba a todas. Todas pertenecemos a ese género maltratado durante siglos y, si no reaccionamos y nos solidarizamos con las afganas haciendo todo lo posible por ayudarlas, pronto nos tocará a todas llorar y arrepentirnos de haber mirado para otro lado…

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